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Análisis | Teoría del poblamiento de América del Norte desde el Golfo de Bizkaia

Cruzando el agua. La Solución Solutrense

Desde 1999, los investigadores Bruce Bradley (departamento de Arqueología de la Universidad de Exeter, Inglaterra) y Dennis Stanford (dto. Antropología, director del Programa de Paleoindio y Paleoecología, Smithsonian Institution, Washington, EEUU) sostienen la hipótesis de que durante el Último Máximo Glacial -hacia el final de la Glaciación de Würm, hace 17.000 años-, se desarrolló una tradición marítima en el océano Atlántico que pudo durar entre 3.000 y 4.500 años. Una práctica que permitió que grupos europeos de Homo sapiens (o Cro-Magnon) accediesen hasta las costas de América del Norte; algo que ya apuntaran en 1928 Remy Cottevieille-Giraudet y Emerson Greenman en 1963. A partir de los estudios realizados en el yacimiento de Meadowcroft (Washington), reflexionan sobre la teoría denominada Solución Solutrense, según la cual hay similitudes significativas entre la cultura Solutrense de la que textualmente denominan «región vasco-cantábrica del norte de España» y la cultura indígena Clovis, una de las más antiguas del continente americano. Este artículo, extracto de «World Archaeology. Vol. 36(4): 459-478. Debates in World Archaeology», es una muestra de lo que expondrán en el próximo congreso titulado Atlantiar Paleolitoa que se celebrará el 18 de mayo en el auditorio de Ficoba en Irun y que ha sido organizado por Jauzarrea, el fondo para el estudio y difusión de la cultura vasca (www.jauzarrea.net).

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Bruce Bradley, Universidad de Exeter, y Dennis Stanford, National Museum of National History, Smithsonian Institute (EEUU). Traducción, Xabi Otero.

Durante el Último Máximo Glacial (conocido por sus siglas en inglés, LGM, de Last Glacial Maximum; corresponde a la época de máxima extensión de la capas de hielo durante el último período glacial, aproximadamente hace 20.000 años), el límite del frente polar fue empujado a latitudes tan al sur como Portugal, convirtiendo la península Ibérica en un ambiente de estepa-tundra con bajas temperaturas, acortando las estaciones de crecimiento y reduciendo la extensión y calidad de los pastos naturales. Los animales de caza habían huido o escaseaban en las regiones del interior de Europa Occidental, forzando tanto a las poblaciones animales y a los humanos a moverse a áreas más favorables a lo largo de los ríos y las costas del suroeste de Europa.

En el norte de España, la población Solutrense vivía en una estrecha franja de llanura costera, al pie de colinas, cerca de montañas con glaciares y sobre una espesa capa de nieve y un océano cubierto de hielo durante gran parte del año. Aunque la caza de temporada probablemente resultaba efectiva en las montañas cercanas, los cazadores aumentaron su suministro de alimentos recurriendo a recursos alimenticios alternativos, incluyendo la caza y la pesca a lo largo de estuarios y playas.

El hielo perpetuo del Ártico se extendió mucho más al sur durante el LGM, cubriendo la mayor parte del Atlántico Norte y conectando Europa y América del Norte con un puente de hielo. Esto empujó al activo y reciente frente del borde de hielo y a los animales adaptados a aguas subárticas hacia el sur. El límite del hielo es una región de productividad biológica intensa, que proporciona la principal fuente de alimento para gran parte de la cadena alimentaria marina. Las condiciones que se crearon (incrementos de los nutrientes del fango del fondo del mar, minerales liberados por los icebergs, el afloramiento de ricas aguas intermedias...) provocaron un gran flujo anual de migración de los mamíferos marinos, aves y peces al Golfo de Bizkaia desde principios del otoño hasta la primavera.

En un censo reciente, se contaron más de 4 millones de focas de Groenlandia en una colonia occidental de la costa canadiense, una cifra sorprendente teniendo en cuenta la reducción de su alimento a lo largo del litoral y el impacto de tantos años sometidas a importantes presiones de caza. Un cazador del Solutrense se habría quedado pasmado al ver por primera vez una colonia de focas virgen tomando el sol sobre el hielo que deriva hacia la costa y que se extendiera hasta el horizonte. La pregunta no es si «¿la gente del Solutrense explotó los recursos marinos?», sino «¿por qué alguien piensa que ellos ignorarían el rico medio ambiente lleno de recursos de su entorno?». Si tu respuesta es que era «demasiado frío y tormentoso», recordamos que Siberia y el extremo norte del Pacífico eran aún más fríos y tormentosos. Por otra parte, los vientos y las tormentas no ocurrían todos los días. Puede que haya habido 2.000 inviernos en la Edad de Hielo, pero también hubo 2.000 veranos. Y, no olvidemos que la gente del Solutrense estaba adaptada ya a ese entorno.

Los artistas del Solutrense dejaron constancia en su arte rupestre de los mamíferos marinos, peces abisales -de aguas profundas- y alcas (aves marinas) que les proporcionaban recursos de forma notable. Con su talento para la innovación y varios miles de años utilizados en observar el medio ambiente, la gente del Solutrense pudo aprender a explotar estos recursos. Colecciones de fauna de los lugares Solutrenses del norte de España contienen abundantes pruebas de que la gente utilizaba los recursos costeros y los de los estuarios, así como que hubo una creciente dependencia de los recursos marinos según pasaba el tiempo. A pesar de que la costa marina estaba más lejos que en la actualidad, la gente transportaba grandes cantidades de lapas, recorriendo distancias de 10 kilómetros desde la costa hasta la cueva asturiana de La Riera. Basándose en esta evidencia, L. G. Straus (Universidad de Nuevo México, EEUU) sugirió que, puesto que muchos sitios costeros del Pleniglaciar están bajo el mar, los recursos marinos podrían haber sido aún más significativos como suplementos dietéticos que lo que la evidencia actual nos indica. Cleyet-Merle y Madelaine (1995) señalan que los estudiosos han subestimado el uso de estos recursos y que había una explotación marítima muy activa por parte de los pueblos del Paleolítico. Estas reflexiones y advertencias, junto con los datos ecológicos y la evidencia arqueológica -situada a 100 metros bajo el nivel del mar-, son argumentos para articular una especulación con mucha información para crear modelos de asentamiento Solutrense y procurar sistemas de contraste que tengan en cuenta la realidad de que esos ricos recursos marinos eran un aspecto importante de la vida de estas personas.

Lo ideal habría sido que los asentamientos solutrenses se establecieran estratégicamente en el lado de sotavento, en las cabeceras de los estuarios, con playas capaces de captar materiales a la deriva arrastrados por las corrientes. Estos les abastecerían de madera, un bien escaso y valioso en un medio ambiente de estepa-tundra abierta. Desde ese emplazamiento principal, ubicado en el límite marítimo-terrestre, un grupo solutrense podría explotar múltiples entornos con una gran variedad de recursos. Aunque periódicamente se organizaran cacerías de cabra montés y ciervo en las tierras altas, los recursos marinos pudieron utilizarse durante todo el año. La caza de mamíferos marinos en el mar helado durante el invierno y la caza existente en el límite del hielo en el final de la primavera y el verano pudieron proporcionar alimentos y combustible durante todo el año. Las aves marinas, como el gran alca y el pescado, eran estacionalmente abundantes y habrían aumentado la despensa Solutrense.

En el proceso de adaptación a una economía marina costera, las herramientas de trabajo se elaboraban para explotar el mar de una manera más eficaz: ropa impermeable, redes, arpones, aparejos de pesca y embarcaciones eran necesarias para explotar los recursos marinos y habrían sido útiles en los ríos del interior durante el LGM. No habría sido necesario mucho tiempo para aprender a reconocer los signos de tormentas inminentes y las cambiantes condiciones climatológicas. Tampoco para distinguir los diversos tipos de hielo del mar, sus peligros y sus ventajas. Los cazadores aprendieron que los reductos de hielo no sólo eran excelentes lugares de caza, sino que también ofrecían un refugio durante las tormentas, puesto que el hielo circundante reduce en gran medida la formación de olas. Los grandes témpanos de hielo también son buenos lugares de caza y proporcionan islas donde acampar o donde esperar el paso de una tormenta al cobijo de la embarcación volcada, bien protegidos bajo ese barco de piel.

La supervivencia a lo largo del litoral de hielo es posible con algo de habilidad y un poco de conocimiento, sobre todo cuando se siguen las migraciones de focas. Estas focas se alimentan a lo largo de esta costa helada hacia el norte durante el verano, y hacia el sur en el otoño, en cuanto el hielo del invierno comienza a formarse. Tan solo con los resultados de la caza de estos animales proporcionarían, por sí solos, todos los recursos necesarios para sostener la vida humana. Más allá de una fuente de alimento, las focas proporcionan aceite para calentarse y para cocinar, y hay hielo que fundir para tener agua dulce, todo lo cual se logra con una sola llama que arde en una cuenca horadada en el hielo. El resto de las partes de la foca proporcionan tejidos blandos y huesos para la fabricación de herramientas, prendas de vestir impermeables, cuerdas y cubiertas y parches de reparación para las tiendas y embarcaciones. Hay muchas narraciones documentadas de grupos de cazadores a la deriva en las islas o témpanos de hielo que sobreviven durante meses, y que era algo común por todo el mar cuando el témpano era atrapado en una corriente oceánica.

La vasta plataforma continental de Aquitania se convirtió en una amplia llanura, atravesada por ríos serpenteantes y salpicada de lagos y pantanos de permafrost, en un arco de norte a oeste a lo largo de la costa este del Golfo de Bizkaia que se extendía cientos de kilómetros al norte, fusionándose con el Mar Céltico de la Irlanda de la Edad de Hielo. Junto con los recursos marinos, la mayor parte de este área mantiene una fauna del mamut de estepa. Sugerimos que su explotación habría comenzado con viajes estacionales, pero cada vez más se irían estableciendo campamentos semi-permanentes por la costa a lo largo del tiempo.

De hecho, debido al potencial de los recursos, la antigua costa y la llanura asociada pueden haber proporcionado una base de recursos independiente de la existente en las montañas. Además, los recursos marinos podrían haber generado mayores poblaciones solutrenses que las de los campamentos de caza temporales de las tierras altas, sobre todo conociendo los sitios hallados cercanos en la actual costa española. La evidencia en las muestras de los núcleos de hielo de Groenlandia ha proporcionado un notable registro de los cambios climáticos del pasado.

Resulta particularmente interesante que estos cambios han sido, en ocasiones, bruscos, fluctuando en un intervalo de pocos años, mientras que en otros momentos ha existido una estabilización de cientos o incluso miles de años. Este patrón es válido para el LMG y, cartografiando los datos, el patrón empieza a parecerse a un borde de sierra, yendo de golpe de lo más cálido a lo más frío. A veces se mantiene estable durante un largo periodo de tiempo, y luego el calentamiento o enfriamiento ocurre de forma precipitada.

Se nos ocurre que los cazadores solutrenses probablemente desarrollaron sus técnicas para una explotación del medio marino durante el período más frío del clima, cuando el hielo anual se formaba regularmente en el Golfo de Bizkaia. Una vez que se estableció esta costumbre, se incrementaría la explotación de los recursos en el límite del hielo. Inevitablemente, esta fase de clima frío comenzó a derrumbarse, con el lento calentamiento aumentaba sin cesar la distancia entre el extremo de la tierra y el hábitat en el hielo: lo que resultaba bueno para las focas, pero malo para los cazadores; sobre todo, si carecían de embarcaciones.

Así, con el fin de mantener esta relación con el límite del hielo, los cazadores tuvieron que ir más y más lejos, salir aún más a la mar para encontrar las focas. Estas cacerías probablemente se convertirían en los principales viajes, en los que todos los grupos parentales participarían. Inevitablemente, un grupo que siguiera a las focas europeas en su migración hacia el norte habría terminado en el extremo occidental del arco, sin saber -hasta que fuera demasiado tarde- que estaban cazando focas canadienses en su rumbo hacia el sur, hacia las colonias a lo largo de la costa atlántica de América del Norte.

Una vez que comprendieran los patrones de migración de las focas, los cazadores podían trabajar según ese patrón de ida y vuelta. La distancia total a lo largo del puente de hielo habría sido de alrededor de 2.500 kilómetros, más corta que las migraciones de los inuit de Thule, desde Alaska hasta Groenlandia. Algunas familias que eventualmente establecieran campamentos a lo largo de la costa occidental del Atlántico no regresaron a Europa.

La película sobre la Solución Solutrente se puede ver en la red aquí:

http://topdocumentaryfilms.com/ice-age-columbus-who-werethe-first-americans/

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