
Frente a la negaci�n de la pol�tica, la interlocuci�n se dirige a la sociedad vasca
La muerte de una persona a manos de la Polic�a es siempre y en todos los lugares del mundo un hecho pol�tico. Lo fue la muerte de Jean Charles de Menezes en el metro de Londres, por poner un ejemplo, y lo es la de I�igo Cabacas en Bilbo. La familia y los allegados de este �ltimo han pedido que no se utilice su caso pol�ticamente, lo cual es leg�timo y debe respetarse. Se da por hecho que el sentido de �pol�tico� en este contexto es �partidario�, es decir, se pide que no se utilice el caso de manera interesada y que no se trate a la v�ctima de modo instrumental, es decir, como arma arrojadiza para beneficio de una posici�n concreta. En definitiva, que se respete el duelo de una familia que ha perdido a un ser querido de un modo realmente tr�gico.
Lo que ese deseo no implica en ning�n caso es, cuando menos, otra vertiente pol�tica, a saber, que se realice un sincero esfuerzo por parte de todos para que el de Pitu sea el �ltimo caso. Desgraciadamente, no ha sido as�. Por un lado, tras un vergonzoso intento por desvincular la muerte de Cabacas de la carga de la Ertzaintza, las posteriores explicaciones del Consejero de Interior, Rodolfo Ares, no han hecho m�s que indignar a quienes exigen justicia, sembrando la duda de la impunidad. No ofreci� ninguna explicaci�n veraz y se agarr� al recurrente �victimismo� que tan a menudo suele criticar. Un dato significativo: mencion� tan solo dos veces a I�igo Cabacas y hasta en diecisiete ocasiones a ETA. Ares tampoco ha presentado medida pol�tica alguna que garantice que la Ertzaintza no vuelva a provocar heridos graves con sus intervenciones, sino todo lo contrario.
Asimismo, la dimisi�n de Ares, si bien resulta pertinente aunque solo sea por la lamentable gesti�n que ha hecho del tema, no garantizar�a el objetivo de que no haya m�s desenlaces fatales a causa de la brutalidad policial. Porque el problema es precisamente ese: un modelo policial abonado a la brutalidad sectaria. A nadie escapa que la raz�n por la que los mandos policiales valoraron realizar una carga indiscriminada fue que el lugar de los hechos era las inmediaciones de la herriko taberna de Indautxu. Es decir, seg�n su punto de vista, no era indiscriminada, era contra un sector de la sociedad al que ellos catalogan como sospechosos o, directamente, como criminales. La realidad social muestra que la separaci�n entre �buenos� y �malos� que se hace en los cuarteles no se corresponde con c�mo convive la gente en las calles de Euskal Herria. Deber�an ser conscientes de que para muchos vascos los �malos� son precisamente quienes habitan esos cuarteles.
Volviendo a la cuesti�n del modelo policial, las razones por las que Ares no prohibi� las pelotas de goma este mismo jueves -cuando ya se sabe que Europa lo va a hacer m�s pronto que tarde- son pol�ticas; no quiere conceder una victoria, ni siquiera simb�lica, a quienes han padecido hasta ahora esos pelotazos. La raz�n para mantener la densidad policial m�s alta de Europa es tambi�n pol�tica, puesto que en este momento resulta insensato incluso econ�micamente. Las razones para no desmantelar una Brigada M�vil sin m�s funci�n que no sea el control social y la persecuci�n ideol�gica son claramente pol�ticas. En definitiva, esta semana ha quedado claro que el modelo policial solo puede cambiarse con una agenda clara y con presi�n popular. Es decir, con una estrategia que vaya m�s all� de la consigna. Tambi�n se ha demostrado que, de no cambiar ese modelo, nadie puede garantizar que hechos como el de Indautxu no se vuelvan a repetir.
Interlocuci�n en nuevos par�metros
Si en el caso de I�igo Cabacas la indignaci�n ha prendido en la sociedad vasca de manera bastante espont�nea, en el caso de los presos pol�ticos vascos el sentimiento de injusticia es sostenido en el tiempo, tal y como demuestra la manifestaci�n de ayer contra la cadena perpetua y el resto de medidas excepcionales.
Otro hecho relevante ocurrido esta semana en este terreno es el nombramiento de Mikel Albisu, Marixol Iparragirre, Lorentxa Gimon, Anabel Egues, Jon Olarra y Xabier Alegria como interlocutores del EPPK. Seg�n reconoc�an los nuevos representantes del EPPK en la entrevista a GARA y �Berria�, si en anteriores procesos los estados quer�an zanjar cuanto antes el tema de los presos para dilatar cuestiones pol�ticas, ahora bloquean el tema de los presos para no afrontar el proceso y, en definitiva, la naturaleza pol�tica del conflicto. En un sentido estrictamente �t�cnico�, los gobiernos espa�ol y franc�s ya tienen adonde acudir para resolver el problema de los presos, los interlocutores ya han tendido esa mano. Pero quiz� su mensaje m�s importante no sea ese. Adem�s del diagn�stico sobre el momento pol�tico, la interlocuci�n tiene la gran potencialidad de poder expresar la posici�n de ese colectivo, muy importante dentro del proceso pol�tico. Como ellos mismos resum�an, �con la interlocuci�n tenemos voz propia�.
Junto con la unilateralidad, otra de las claves del �xito de la estrategia de la izquierda abertzale y, en general, del denominado frente amplio, es que su mensaje ya no se dirige exclusivamente a los estados, sino particular y especialmente a la gente, a la calle, a la sociedad vasca.