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ANÁLISIS | TRAS EL AVAL A LA «DOCTRINA PAROT»

El orden de los factores

Hay un dato que lo dice todo sobre la «doctrina Parot»: se inventó el 28 de febrero de 2006, es decir, cuando el Estado español ya sabía que venía un alto el fuego de ETA y se abría oficialmente un proceso de negociación. Como se vio luego, Madrid rechazó el acuerdo político al tiempo que pudría el proceso en el carril técnico. Pero ahora ha cambiado algo más que el orden de los factores.

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Ramón SOLA | BILBO

La manifestación de ayer no solo era un rechazo a la «doctrina Parot», era además un impulso a la solución. Y es que si algo ejemplifica plenamente las reticencias del Estado español a abrir esa puerta, eso es la famosa 197/2006.

Ha sido un gobierno del PP quien recurre a esa herramienta infame. Pero fue uno del PSOE quien la puso en marcha, lo que confirma toda una apuesta de Estado. Y sobre todo es muy clarificador recordar cuándo lo hizo. La famosa sentencia del Tribunal Supremo que alargó la condena a Unai Parot y ha sido aplicada luego ya a cerca de 80 presos políticos vascos se emitió el 28 de febrero de 2006, apenas tres semanas antes de que ETA abriera un alto el fuego permanente. El Estado sabía que eso iba a ocurrir, porque el Gobierno del PSOE dialogaba con la organización armada desde el verano anterior y, según se supo luego, habían llegado a un punto de acuerdo para iniciar un proceso de negociación.

Lógicamente, la aplicación de la «doctrina Parot» no trajo nada bueno. Al final se vio que Madrid había empleado una especie de pinza para ahogar aquel intento: por un lado, demorar primero y rechazar después el acuerdo político que la izquierda abertzale situaba como prioritario para la resolución; y por otro, mantener cierto grado de tensión en el «carril técnico» (ilegalización, detenciones, «doctrina Parot»...), lo que quizás no resultaba definitivo para malograr el proceso, pero sí sembraba desconfianzas e iba pudriendo todo poco a poco.

La izquierda abertzale extrajo sus conclusiones de todo aquello. El giro estratégico iniciado en 2009 incluye, entre otras cosas, un cambio en el orden de los factores, proponiendo la solución técnica (las consecuencias del conflicto) por delante de la política (las raíces del conflicto). Si, como esgrimió uno de los enviados de Zapatero en una de las reuniones con ETA de 2006, «para el Gobierno es muy duro que se hable de Zuberoa o de relación con Navarra», a todas luces el cambio de estrategia de la izquierda abertzale le allana el terreno al Estado. El orden de los factores altera el producto.

Pero con decisiones como la del TC el Estado vuelve a enrocarse. Recurre otra vez a la «doctrina Parot», su peculiar trampa en el solitario, torpedeando ahora el carril técnico en la esperanza de que así retrasará también el político. Sin embargo, no solo ha cambiado el orden de las piezas, ha cambiado el tablero. Y ya no puede ganar en todas las partes a la vez. Mantener la crueldad contra presos y familiares le deja más solo, más deslegitimado y con menos votos en Euskal Herria, y lastra de paso a un PNV que no estuvo ayer en Bilbo pero sí en la declaración del Congreso con el PP. Lo que creen ganar por un lado lo pierden por el otro. Por el político, por el definitivo.

 

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