ESTRENO DE UN DOCUMENTAL SOBRE EL DERECHO A DECIDIR
«‘Gazta zati bat’ es el resultado de una experiencia coral que nació quimérica y se ha convertido en real»
Realizador, bertsolari y escritor
En su periplo como realizador de documentales, el bertsolari y escritor Jon Maia se ha convertido en testigo presencial de un encadenado de acontecimientos que han colocado a Escocia y Euskal Herria en un nuevo punto de inflexión. Nacido como un proyecto encaminado a narrar el viaje iniciático que compartieron los integrantes de Nazioen Mundua, el documental “Gazta zati bat-A Piece of Cheese” aporta una reflexión repleta de emociones compartidas por un grupo de vecinos de Idiazabal.
Koldo LANDALUZE | ZUMAIA
Entre las manos del artista zumaiarra Txiki Agirre Keixeta se funde un queso que progresivamente cobra forma esférica. Un planeta lácteo y de aroma universal, un mundo creado a partir de un queso nacido en las mismas entrañas de Euskal Herria. Desde Idiazabal parte una idea, algo que hace no mucho tiempo pudo haber sido considerado como una quimera pero que el paso inevitable del tiempo ha certificado como real. La cámara de Jon Maia ejerce como testigo de un viaje que comienza quijotesco y culmina en eclosión real y vital. La iniciativa orquestada por el colectivo Nazioen Mundua cobra forma definitiva a lo largo de un documental intenso y emotivo que nos habla de una idea y un empeño que gravita alrededor de una idea común: el derecho a decidir libremente lo que los habitantes de Euskal Herria queremos ser.
¿Cuáles son las líneas maestras de «Gazta zati bat»?
Lo he planteado desde un punto de vista natural y cercano. Siempre me han gustado ese tipo de historias relacionadas con países como Irlanda, Escocia o Gales y que nos hablan de la singular odisea iniciada por un grupo de habitantes que se reunió para llevar a cabo una aventura insospechada. Yo he querido plantearlo de esta manera, quería responder a esa pregunta que siempre solemos hacernos: «¿Por qué no aquí?». En un pequeño pueblo de Euskal Herria, conocido mundialmente por sus quesos, gentes de muy diversos pensamientos políticos se reúnen para llevar a cabo una misión conjunta y que, a simple vista, puede parecer imposible. Todas estas gentes se embarcan en compañía de un único y muy básico deseo: poder decidir qué ser en el mundo. Es una gran historia contada con letra muy pequeña.
¿Cómo surgió esta experiencia?
Nazioen Mundua -el movimiento que surge en Idiazabal entre gentes de diversos pensamientos y que plantearon el derecho básico a decidir qué es lo queremos ser- se dirigieron a mí, tras haber visto un documental que yo había dirigido («Bidaia intimoak»). Me plantearon que ejerciera labores de testigo de la iniciativa que tenían pensado hacer y me trasladaron su entusiasmo y su interés por rodar un documental que recogiera cada una de las etapas de esta su idea. Me atrajo lo sana que resultaba esta iniciativa. Para mí, simbolizaba una muy saludable y fresca propuesta política nacida desde el mismo seno de una pequeña comunidad que deja a un lado sus diferencias y se embarca en una iniciativa colectiva y única. Era un laboratorio político que se alejaba de las habituales consignas y apostaba por algo novedoso y que, por entonces, resultaba casi impensable. Durante aquellos días habían planeado realizar un gran viaje a Escocia para participar en un gran encuentro de deporte rural y al que acudían como invitados especiales. Me plantearon su interés de que viajara con ellos, ya que aquel encuentro iba a resultar muy importante. Me lo pensé durante varios días hasta que decidí embarcarme por completo en esta aventura tan singular. Nos reunimos el equipo que participó en «Bidaia intimoak» y, sin apenas saber lo que íbamos a encontrar en Escocia, hicimos el petate y viajamos con aquella expedición compuesta por ochenta personas para grabar lo que ocurrió en las Highlands escocesas durante dos intensas semanas. Aquello ocurrió hace tres años y durante este trayecto han ocurrido muchas y muy determinantes cosas, tanto en Euskal Herria como en Escocia.
Da la sensación que el proyecto se asemeja a una especie de «efecto bola de nieve». Algo que se inicia con una experiencia destinada a recoger el testimonio y la iniciativa de las gentes de Idiazabal, acaba convirtiéndose en una filmada de lo que ha ocurrido durante estos tres años en Euskal Herria.
Sí, es cierto. Ellos establecieron una relación con Escocia que tenía como nexo de unión el deporte rural y el derecho a decidir. Por aquellos días nadie prestaba atención a Escocia. Las miras estaban fijadas en lo que ocurría en lugares como Irlanda, Quebec... y fueron estas gentes de Idiazabal quienes comenzaron a labrar esta relación con Escocia y que parte de una casualidad que recoge el documental. En aquel primer viaje ya surgió la idea coral relacionada con el derecho a decidir qué queremos ser, y no únicamente desde una postura abertzale, sino desarrollada desde un punto de vista básico y cimentado en los derechos humanos universales. Esto que hoy consideramos como algo lógico no lo fue hace cosa de cinco años y, en este sentido, las gentes de Idiazabal se mostraron como unas auténticas pioneras porque el transcurrir de los tiempos y los acontecimientos les ha dado la razón: Euskal Herria ha aprendido a eludir ese impasse, ese estancamiento político en el que estaba inmerso y ha aprendido a abrir nuevas vías que se encaminan hacia una dirección única, el derecho a decidir de los vascos. Es algo muy curioso y que nosotros en absoluto preveíamos que iba a ocurrir; por ese motivo, el documental adquirió un significado que amplificaba las intenciones originales por las que surgió.
¿Todo ello se intuye mientras visionamos el documental? ¿El espectador es partícipe de ese cambio de giro en las intenciones?
Sí, porque en el documental se habla del propio documental. Es decir, en el filme se descubren las emociones o las peculiaridades que nacen a partir de las diversas etapas políticas que ha vivido nuestro país. En un momento determinando exclamamos «hemos comenzado a grabar una historia local nacida de una iniciativa local y hemos terminado grabando el cambio de ciclo histórico de dos naciones». Todo ello queda recogido, porque el guión fue surgiendo a medida que aparecían los diversos acontecimientos que han derivado en la situación actual que hoy vivimos.
¿El montaje recoge esa etapa paralela y compartida por Escocia y Euskal Herria?
Sí, se ven los dos procesos y Nazioen Mundua es el nexo de unión. Ellos, con mayor o menor grado de consciencia, unen ambas naciones y procesos. Para nosotros supuso la excusa perfecta a la hora de desarrollar narrativamente el documental.
¿Desde su faceta como realizador, cómo vivió las diversas etapas por las que transcurre su proyecto?
Hay varios momentos muy intensos y que nos advertían que el documental se había terminado porque Nazioen Mundua ya habían realizado su camino, habían cumplido los objetivos que culminaron con un gran encuentro cultural y deportivo en Ordizia y no tenían previstos más actos. Pero, a partir de ese instante, se asomaron los primeros síntomas de que algo estaba pasando en Euskal Herria y, al mismo tiempo, en Escocia el gobierno independentista que dirigía el país en minoría logró en las elecciones una mayoría absoluta y anunció la posibilidad e intención de realizar un referéndum que dictaminara su futuro como nación independiente. Los integrantes del equipo vimos que se asomaba una nueva y gran historia y teníamos la cámara en las manos. La opción fue lógica: continuar grabando. De esta manera, el documental fue creciendo en sus intenciones, porque se fue nutriendo de todos y cada uno de los capítulos políticos que hemos vivido durante estos últimos años. En este sentido, podemos considerarnos unos afortunados porque fuimos testigos involuntarios de un nuevo ciclo político. Nuestra cámara captó infinidad de cosas que, al comienzo de este viaje, jamás hubiéramos imaginado: la irrupción de Bildu, la conferencia del Palacio de Aiete, el último comunicado de ETA, la mayoría absoluta que logró el independentismo escocés...
«Gazta zati bat» también se enriquece con la aportación de los testimonios.
Nazioen Mundua es partícipe de todos y cada uno de los actos que se han desarrollado y tomó contacto con la mayoría de los actores principales de esta nueva escena política: Brian Currin, Rufi Etxeberria, Paul Ríos, Juan José Ibarretxe y el resto de personalidades que tienen algo que decir en referencia a lo que estamos viviendo, aportan su testimonio en este documental. Pero lo que siempre hemos tenido muy claro es que, a pesar del enorme peso que puedan tener estas personalidades, el hilo narrativo, toda la acción, recae sobre esas personas anónimas de Idiazabal que iniciaron esta senda. Ellos son los protagonistas centrales de este proyecto tal y como queda simplificado en el último y determinante viaje que lleva a cabo un vecino de Idiazabal, que porta en su mochila un queso cuyo destino es el mismísimo epicentro de las decisiones internacionales que dictaminan el destino del mundo. Ellos han demostrado con su coherencia que no hay que delegar únicamente en los políticos el destino de un pueblo que tiene derecho a decidir lo que quiere ser. Yo creo que esa es la gran conclusión de este proyecto coral.
A las puertas de su inminente estreno en el Festival de Cine y Derechos Humanos de Donostia (el sábado 21, en el teatro Victoria Eugenia), Jon Maia no puede evitar cierto nerviosismo. Se muestra expectante ante lo que pueda transmitir algo que nació desde la humildad de una iniciativa popular y con unos recursos económicos muy limitados. «Es un trabajo en positivo -reconoce-, con vocación de sumar y siempre con vistas a un futuro esperanzador. Es un proyecto humilde y consciente de sus propias limitaciones pero que nunca ha renunciado a sus ambiciones. Siempre tuve claro que `Gazta zati bat' debía transmitir alegría, porque lo que nos depara el futuro debe ser asumido con optimismo. Me gustaría que este documental fuera tomado como una oda al entendimiento y creo que este mensaje tasa a la perfección con las intenciones de un festival que, como este, está dedicado a los Derechos Humanos. Más allá del eco mediático que pueda tener este trabajo, me gustaría que tuviera una repercusión muy especial en las diversas localidades en la que se proyecte. Me gustaría que esas proyecciones fueran en sí mismas un acto con una función muy determinante: que sea visionado por gentes de diferentes ideologías y que descubran cómo es posible entenderse cuando se pretende sacar adelante una idea común. El derecho a decidir no es un antojo abertzale, es un derecho humano básico que vas mucho más allá del juego político». En la red: www.gaztazatibat.eu y www.apieceofcheese.com.