La primavera talibán augura un corto y duro invierno ocupante
Diecisiete horas ha durado el asalto coordinado y simultáneo en embajadas, sedes del Gobierno y cuarteles de cuatro ciudades afganas. El balance se eleva a más de medio centenar de muertos, la mayoría asaltantes. Parco consuelo para las tropas extranjeras, que ven cada vez más cercana, y angosta, la puerta de salida de Afganistán. Los talibanes inauguran con una demostración de fuerza su ofensiva de primavera. Y prometen un corto pero duro invierno a los ocupantes.
GARA | KABUL
El asalto coordinado de los talibanes en al menos cuatro ciudades afganas, incluida Kabul ha sido la acción más audaz de la guerrilla en los diez años de guerra y supone un duro golpe para los planes de retirada ordenada de los ocupantes.
Decenas de guerrilleros armados con lanzagranadas y que ocultaban sus cuerpos y sus chalecos de explosivos bajo burkas, lanzaron casi simultáneamente ataques en la capital y en otras tres provincias. Los objetivos fueron el Parlamento, embajadas occidentales, el despacho del vicepresidente, bases de la OTAN y cuarteles policiales y sedes oficiales en las provincias de Nangarhar, Logar y Paktia.
Las milicias de Kabul necesitaron 17 horas de duros combates y el apoyo de helicópteros de la OTAN para neutralizar a los 36 asaltantes. Muchos de ellos se inmolaron llevándose con ellos a once policías y a tres civiles. «Es lo normal. Es la táctica de guerrilla de los talibanes. Todos los asaltantes saben que van a morir; son misiones suicidas», señala un diplomático occidental destinado en Kabul.
Martine van Bijlert, de la Red de Análisis sobre Afganistán, destaca que «el hecho de que los insurgentes hayan sido capaces de lanzar simultáneamente ataques complejos muestra un grado de perfeccionamiento y de capacidad de moverse sin ser detectados» en una capital repleta de puestos de control y de soldados y policías fuertemente armados.
«Han mostrado su capacidad para atacar de forma coordinada donde y cuando quieren», coincide un diplomático occidental. Abdul Waheed Wafa, director del Centro de Investigaciones sobre Afganistán de la Universidad de Kabul, estima que este ataque masivo «ha hundido aún más la (escasa) confianza de los afganos en las Fuerzas de Seguridad de Kabul, más cuando les repetían en los últimos meses que habían logrado debilitar a los talibanes».
En posición de fuerza
«Esto es pura guerrilla, que demuestra su voluntad y determinación de atacar en lo más simbólico, de protagonizar la guerra mediática. Se diga lo que se diga, es una demostración de fuerza que augura un futuro problemático», se desespera otro diplomático occidental, quien, sin embargo, no cree que estos ataques pongan en peligro el proceso de diálogo en el que EEUU está intentando implicar a los talibanes. «Simplemente, estos últimos muestran sus músculos para situarse en posición de fuerza ante los americanos, a los que envían un mensaje: `Ya véis, no váis a negociar con perdedores'», concluye.
Meses de preparativos
En su reivindicación, el portavoz de la guerrilla talibán, Zabihulah Muyahid, aseguró que 30 hombres participaron en el asalto a las embajadas británica y alemana, el Palacio Presidencial y el Parlamento, en Kabul,
«Nuestros expertos militares realizaron bocetos de los objetivos y diseñaron réplicas para ensayar antes de lanzar las operaciones a gran escala en las cuatro provincias», explica Muyahid en una entrevista telefónica concedida a Reuters en la que asegura que el adiestramiento de los hombres, «elegidos entre 50.000 combatientes», llevó meses.
El Gobierno títere de Kabul y los ocupantes divulgaron ayer la versión de que el ataque habría sido obra de la Red Haqqani, no de los talibán. Esgrimieron para ello la supuesta confesión del único asaltante detenido tras el ataque en Jalalabad (Paktia).
El portavoz talibán desmintió esta información. «Aunque los haqqanis son parte de los talibanes, no les hemos pedido ninguna ayuda, instrucciones ni apoyo. Se trata de un complot de Occidente, que quiere mostrarnos como (grupos) distintos».
«Los ataques han sido todo un éxito para nosotros, un logro memorable. Suponen un golpe sicológico y político para los extranjeros y para el Gobierno» títere, concluyó.
La ola de asaltos recordó mucho a la acaecida el pasado setiembre por un comando talibán, que durante horas puso en jaque a las fuerzas de seguridad con ataques coordinados a la embajada de EEUU, la sede de la OTAN y edificios oficiales.
«No hay mucha diferencia táctica, pero la insurgencia ha mostrado mucha más capacidad militar al poder hacerlo en cuatro ciudades a la vez», reconoció el ministro de Interior, Abdul Hadi.
Los nervios están a flor de piel. Respondiendo a las críticas por la debilidad de sus milicias, el presidente títere afgano, Hamid Karzai, puso el acento en «los fallos de inteligencia de la OTAN». Tanto esta última como Alemania se apresuraron a descartar que vaya a influir en los planes de retirada.
El Pentágono vuelve a apuntar a la Red Haqqani como la responsable de esta última ofensiva. Este grupo, enmarcado en la resistencia talibán, tiene buenas relaciones con los talibán paquistaníes y con Al-Qaeda.
Soldados ocupantes de la OTAN mataron a un soldado afgano que previamente habría abierto fuego contra ellos en la ciudad de Kandahar, en el sur de Afganistán.
El incidente armado ocurrió en torno a las 11.00 de la mañana cerca del aeropuerto de Kandahar.
El suceso ocurre horas después de una serie de ataques coordinados lanzados por los talibanes en Kabul y otras ciudades del este del país.
Los ataques a las tropas ocupantes por afganos oficialmente colaboracionistas son moneda corriente en el país asiático.
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