ANÁLISIS | DEBATE TRAS LA PETICIÓN DE DIMISIÓN DE MONTANIER
Las pistas de atletismo no son el problema del ambiente de Anoeta
En el entorno de la Real se ha abierto un debate sobre el ambiente de Anoeta después de que durante la segunda parte del partido del martes contra el Betis se pidiera de manera importante la dimisión de Montanier. El problema del estadio para el Consejo no son las pistas.
Joseba ITURRIA
Más allá de la sensación de que Montanier no agrada a un sector importante de la afición, la conclusión que se puede sacar de la situación sorprendente vivida ante el Betis es la constatación de que el ambiente de Anoeta no es el ideal para desa- rrollar el único modelo de club que ha sido viable en la Real.
Si ha vivido la situación más crítica de su historia ha sido porque los Consejos anteriores han intentado satisfacer a las distintas sensibilidades que confluyen en Anoeta con un modelo imposible por el que se intenta ser un club de cantera que pelea con el Athletic para mantener a sus mejores jugadores, que gasta en el fútbol base porcentualmente más que ningún otro con convenios con todos los equipos de Gipuzkoa y algunos de otros territorios cercanos y que además quiere fichar extranjeros que marquen la diferencia para poder aspirar a pelear por puestos europeos con uno de los ocho presupuestos más bajos de Primera, sin ningún accionista que ponga dinero y con abonos más baratos que la mayoría de los clubes.
La herida abierta el 20 de diciembre de 2008, cuando Aperribay fue elegido para sustituir a Badiola con un resultado que no aceptaron muchos, aumenta la dificultad del ambiente de Anoeta. El Consejo y los éxitos deportivos y económicos de su gestión han hecho cambiar de opinión a la gran mayoría. Pero una minoría sigue sin aceptar al Consejo y se manifiesta en Anoeta.
Al principio pidieron la dimisión del Consejo. Al ver los éxitos de su gestión y el respaldo social que tiene, la de Loren y, ahora que Vela lleva ocho goles en trece partidos, la de Montanier. Los gritos del martes comenzaron donde se pedía la marcha del Consejo en 2009, la continuidad de Rivas al final de la pasada temporada o la marcha de Loren al inicio de ésta. Su objetivo final es Aperribay y para llegar a él el camino es buscar el efecto dominó para hacer insostenible la continuidad de Montanier, luego la de Loren y finalmente la del Consejo.
Pero el problema no se reducirá a este Consejo, porque Badiola extendió la teoría de la «carpeta naranja», que sostiene que cuatro familias manejan con sus acciones la sociedad anónima deportiva más democrática. La realidad es que los pequeños accionistas, los que tienen menos de 30 acciones, suponen el 70% del capital social. El otro 30% está muy repartido y, de él, un 35% se abstendría en unas elecciones. Pero cualquier candidato que resulte elegido y no sea del gusto de esta minoría se expone a lo mismo aunque le apoye el 95% de los aficionados que siguen a su equipo sin entrar en guerras.
El problema de Anoeta está en el otro 5%, como mucho un millar, que al final son los que exigen que su club desarrolle el modelo imposible y que, al ver que no se cumple, destinan su frustración en cada momento contra alguien. Son los que pitaron a Alberto hasta hacer insostenible su continuidad, para lo que la Real gastó 6,2 millones de euros en traspasos de porteros mientras él acababa su carrera en Primera en Valladolid. Están los que pitaban a Barkero o Gabilondo, que años después de su marcha siguen en Primera. Y también los que pitaron a Aranzabal cuando salía con la nariz rota del campo y provocaron que quisiera romper su contrato e irse con problemas serios pese a ser un ejemplo de fidelidad y uno de los realistas que más veces ha sido internacional.
Entre ellos están los que ya han empezado a pitar a Elustondo a pesar del buen nivel que da. Son los que piden a Ifrán y Llorente cuando pocos pueden discutir que jueguen por delante de ellos Griezmann, Vela, Agirretxe y Prieto y los que no se dan cuenta de que ningún técnico ha confiado más en Pardo que Montanier. Aunque lo del entrenador merece otro análisis para él solo que publicaremos mañana.
Porque el problema ambiental no es por Montanier, sino por los que que no se conforman con que la Real se consolide en Primera con el único modelo que le ha dado resultados y en el que creen todos los que ahora están dentro y la mayoría de la afición. Los que defiendan otro modelo de club pueden presentarse a las elecciones y ganarlas si convencen a la masa accionarial. Pero esta minoría no se manifiesta en las Juntas sino en Anoeta, donde a mil que pitan o gritan se les oye más que a los otros 24.000.
Y no es bueno lo que sucedió el martes en el estadio o que durante toda la semana en foros haya descalificaciones entre unos y otros. En el estadio debe haber unidad con el equipo y lo que deberían hacer los 25.000 es apoyar a la Real durante los partidos y después manifestarse al final en el campo o en otros ámbitos.
El ambiente de Anoeta depende de la Peña Mujika. Se vio en sus dos días de protesta ante el Atlético y Espanyol las consecuencias negativas que tiene. Si no animan ellos, nadie anima porque la gente necesita que alguien empiece a hacerlo para sumarse. Ni los integrantes de la Peña Mujika son conscientes de la importancia que tienen en el ambiente de Anoeta. Su importancia se la dejan bien claro los jugadores antes de cada partido al dirigirse a ella porque la necesita tanto como los otros 24.000 que están deseosos de que empiecen a animar ellos para sumarse. Si la Peña Mujika y los 24.000 apoyan a su equipo y corean el nombre del jugador al que en cada momento le toque ser la diana de la frustración, la Real resultará favorecida.
Y en esta situación no ayudaría nada la remodelación de Anoeta. Supone un coste para el club, dispuesto a aportar alrededor de 20 millones a través de una financiación con Kutxa de los 55 en los que ha cifrado su coste sin ninguna garantía de que esa inversión se pueda cubrir con más ingresos. Se daría un trasvase importante de tribunas a fondos y pensar que la Real puede llegar a 30.000 abonados es irreal. Se sumarán menos y los nuevos no van a ser como los 20.000 incondicionales identificados con este club a las duras y a las más duras. Los que vengan, los que hicieron llegar a los 28.000 abonados con la Champions, no quieren gasoil, consumen gasolina súper.
Además es un riesgo terrible iniciar una Liga fuera de casa como local o jugar una temporada con el estadio en obras. En una liga tan complicada cualquier detalle te puede mandar a Segunda. ¿Se han parado a pensar en el Consejo qué pasará a la Real si baja en plena remodelación? Aun en el supuesto de que con el nuevo campo no se baje y se ingrese más dinero, eso solo dificultará mantener la política deportiva actual y aumentará la inestabilidad social porque se va a exigir más de lo que se puede dar. Y cuanto más dinero ha gastado la Real es cuando peor le ha ido deportiva y socialmente. Porque el problema de Anoeta no son las pistas de atletismo...