La tarde de ayer fue como el día de la proclamación de la república, pero en pequeñito y de manera humilde, DDT Banaketak, el instrumento imprescindible para la distribución de libros y discos sin ánimo de lucro, sin SGAE de por medio, presentaba en Marzana 5, Bilbao la Vieja, el nuevo proyecto tras el obligado cierre de la etapa anterior (Gatazka Gunea), que conllevó, entre otras cosas, dejar el histórico local de la calle Ronda en las Siete Calles.

Desde el nuevo local, coqueto y muy bien apañado, Omar López, uno de los veteranos del proyecto, apunta: «La muerte de Gatazka se debió a un cúmulo de problemas de todo tipo, no solo fue por una cuestión económica. El pasado año fue un año perdido debido a unas obras de nuestro edificio que nos obligaron a trasladarnos temporalmente a otro lugar. Estos trasiegos paralizaron nuestro trabajo, nos provocaron pérdidas (que luego apenas fueron indemnizadas) y nos provocaron, sobre todo, un queme personal enorme, gastamos unas energías que nos dejaron exhaustos». «Si a esto -concreta Omar- le añadimos algunas situaciones difíciles en el ámbito personal, ya sólo nos faltaba el que las ventas bajaran, como así sucedió, para decidir el cierre».

En la época de Likiniano Elkartea (1991-2006, el 70 por cien de la venta era música y el 30 restante eran libros; en la época de Gatazka (2006-2012) se invirtieron las cifras. «Sí, desde hace bastantes años la venta de música ha ido cayendo en picado. Bueno, para ser exactos, las ventas de cedés, ya que el vinilo ha ido subiendo, lo que ocurre es que no ha subido tanto como para poder tapar el hueco dejado por el cedé. El libro ha aguantado, pero parece que se ha estancado en los últimos tiempos y ha decidido hacer una falsa huida hacia delante, o sea, subiendo los precios. Raro es encontrar libros que valgan menos de dieciocho o veinte euros. Al final la gente que con la crisis tiene que apretarse el cinturón, recorta de donde puede. Y la cultura es de lo primero. Seguro que asimismo se va menos al teatro, se compran menos revistas y periódicos, se venden menos cuadros...», precisa Omar.

Lo nuevo

Lo que en principio iba a ser algún trastero en algún recóndito lugar de Bilbo desde donde seguir el trabajo de DDT, «gracias nuevamente a la ayuda desinteresada de mucha gente (empezando por nuestra nueva casera, que también procede del difícil mundo editorial), finalmente se ha convertido en una hermosa lonja bajera a pie de la ría en pleno centro de Bilbao, cerca de donde estábamos antes, pero en la otra ribera, enfrente del Mercado y junto a Bilbao la Vieja, exactamente, en el Muelle de Martzana nº5. Este proyecto es claramente una cosa mucho más sencilla y militante que lo anterior y en un local necesariamente más pequeño. Seguiremos con la distribución de los materiales habituales de DDT, a través de catálogo, de web... De momento no hemos discutido si esto será o no en el futuro una tienda o una librería. Lo que sí que está claro es que vamos a seguir siendo una distribuidora alternativa. En breve trataremos de poner un horario de oficina estable».

El sueño es posible y la autogestión también, pero es necesario que una generación despierte: «Durante bastante tiempo las nuevas tecnologías no nos influyeron mucho. En nuestros círculos la gente era más dada a apoyar a su propia escena. Fuimos los primeros en colgar voluntariamente nuestros trabajos gratuitamente en la Red. Lo que pasa es que las nuevas generaciones ya se han formado con internet como herramienta para todo y casi ni saben que existe vida fuera de la Red», concluye Omar.