CRíTICA teatro

¡Viva el amor!

Carlos GIL          

Una comedieta de rasgos antiguos, con personajes tópicos, fundamentada en lugares comunes, con una historia banal, recargada de almíbar, en donde, por encima de todas las circunstancias y condicionantes sociales, prevalece el amor. Un amor sobrevenido, pero a la vez un amor heredado, como una suerte de saga de primera instancia. Esto es nada más, y en ciertos aspectos, nada menos, esta propuesta de última hora de los gasteiztarras de Traspasos que tiene una baza a su favor, no se han equivocado, han encontrado este texto, han realizado un reparto de «amigos» y han ido a buscar un producto de mercado, una historieta con poca sustancia, pero que les permita disfrutar de hacer teatro, a la antigua, a la manera de siempre, creando prototipos, no personajes, a excepción sea dicha de Alfonso Torregrosa, cada día más actor profundo y de Maiken Beitia, versátil, divertida, pero condicionada por un personaje argentino, es decir, que le lleva a demasiadas capas técnicas sobre verdad, pero consigue la suficiente entidad para emocionar.

El resto, se divierten, sobre todo entre ellos, se lo pasan muy bien en escena, pero nos platean tópicos sicilianos, tipos de manual, interpretaciones algunas veces con mayor acierto y otras simplemente buenos porque son ellos, actores, directores, emprendedores que han hecho a lo largo de los años propuestas de mayor riesgo y que ahora se han permitido el lujo de hacer una obrita, menor, de esas que no se recuerdan, pero bien hecha. En este sentido es irreprochable, no se esconden, van a género descubierto. Mikel Gómez de Segura, se relaja. Todo funciona como lo que es, un entretenimiento. Amoroso. Simpático, pero intrascendente.