Raimundo Fitero
De encargo
Cada cierto tiempo, se intenta analizar las tendencias de las programaciones televisivas en géneros, fórmulas o segmentaciones territoriales, por edad o por sexo. Si se está pendiente del resultado de audiencias a diario, se pueden llegar a conclusiones dispares, contradictorias y difíciles de entender por los neófitos. Ya que existe un cruce de datos entre costes y resultados, lo que significa programas no rentables pero que acumulan valor añadido y los que siendo recibidos de manera aparentemente mayoritaria no cubren con las expectativas.
Por muchos años que llevemos mirando estas circunstancias, estos movimientos, no somos capaces de llegar a convencimiento no dudosos. Podemos acumular obviedades, oportunismos y decir que están funcionando las biografías de personajes o vivos, o recientemente desaparecidos, lo que se adentra en cuestiones que rozan con la intimidad, la memoria. Son, casi siempre, o encargos pro monarquía, como sucedió hace unos meses, o estirar el chicle de los famosos y el morbo de ciertos personajes que, sin que nadie sepa dar una explicación suficientemente coherente, siguen moviendo masas: Isabel Pantoja, Carmina Ordóñez, Encarna Sánchez y otras mujeres que son un filón económico para programas y franjas horarias de programación de algún canal.
Estamos en los momentos de la temporada de mayor trascendencia e importancia en las competiciones de clubes de fútbol, lo que hace que además de tener todos los días de la semana partidos en directo, en abierto, se logren en algunos de ellos unas audiencias que rompen las medias. Pero aún así, no salen las cuentas, se está pagando mucho por los derechos de emisión y pese a las millonarias audiencias, no existe publicidad suficiente. Otros deportes son más incógnita, especialmente porque motos, coches, tenis, están cambiando de canales, y no se sabe si, como sucede muchas veces, su emisión es para ganar audiencias o para que no las gane la competencia. Seguiremos observando las variaciones para ver si entendemos algo. Lo que sí es cierto es que cuando son públicas se mantienen programaciones fuera de mercado. En ocasiones para bien y otras para vergüenza ajena.