Josemari Lorenzo Espinosa Autor de «Gudari, una pasión útil»
Gudari: 120 años, tres generaciones
Hace 120 años, con el nacionalismo vasco, nació Gudari. Vivieron juntos tiempos de sacrificio, progresos y esperanzas, alrededor del sueño de la libertad vasca y de su firmeza militante
Se van a cumplir 120 años del nacimiento de Eli Gallastegi, Gudari, en 1892, coincidiendo con el nacionalismo. 1893: Arana publica «Bizkaya por su independencia» y el «Manifiesto de Larrazabal». 1894: se abre el Euzkaldun Batzokija. En 1895 se funda el PNV... La generación a la que pertenece Gudari vive años clave: descubrimiento nacional, fundación del partido y, tras la muerte de Arana (1903), la desviación autonómica. El PNV degenera en Comunión Nacionalista. Sus dirigentes rechazan la independencia como objetivo. Gudari y Juventud Vasca, se rebelan. Protestan. Defienden el independentismo y son expulsados. Refundan el PNV y publican «Aberri» (1921). Recuperan el aranismo. Simpatizan con los insurgentes irlandeses y rifeños, en guerra con España. Contactan con catalanes y gallegos. Firman «La Triple alianza», para la independencia de las naciones ibéricas. PNV-Aberri iniciará un giro social en el nacionalismo. Se solidariza con los obreros. Critica a los explotadores «nacionalistas». Rechaza al capitalismo. Crea Emakume Abertzale Batza... Pero este PNV durará poco. La dictadura de Primo de Rivera (1923) le persigue y encarcela. En cambio, tolera a CNV, de Sota y Kizkitza. Gudari se exilia. En su ausencia se produce la fusión CNV-PNV. No está conforme. Piensa en una colaboración, no en unión. Sus temores pronto se confirmarán. El tercer PNV, bajo los «sotistas», aceptará el señuelo estatutario incumpliendo los acuerdos de unión. Aguirre, Irujo, Leizaola... hacen un partido cómodo en España. Como diputados españoles se relacionan con el Estado y sus gobiernos. De derecha o de izquierda. Gudari y los mendigoizales publican Jagi-Jagi (1932). Defienden la soberanía frente al autonomismo. Proponen un Frente Nacional, aceptado por ANV y ELA, pero rechazado por PNV. Finalmente rompen con el partido.
Entretanto, el PNV se consolida. Pacta, vota, apoya... a los gobiernos de Madrid, con la excusa de las lentejas autonómicas. Pronto estallará la guerra (1936). Euskadi es atacada. Los mendigoizales (Trifón Etxebarria) proponen: «Es el momento de independizarse». Aguirre se horroriza, atado por sus compromisos en Madrid. El Gobierno vascongado se echa al monte, a cambio de un par de transferencias. Hipoteca la suerte de su pueblo. Las consecuencias se pagan 75 años después. Euskadi perderá una guerra ajena y la libertad propia. La tercera carlistada será para los vascos una guerra de dependencia. Había poco que ganar. Lo perdieron todo. La primera generación era derrotada y bombardeada. Los gudaris fusilados, encarcelados... La elección del PNV no pudo ser más desastrosa. Pero «la masa seguiría a sus dirigentes a donde estos les dirigieran» (J. A. Etxebarrieta). Incluso a la muerte... por un Estatuto, dos transferencias y un ridículo minigobierno.
Pasan 20 años. Aguirre y los suyos siguen equivocándose. Esta vez con los EEUU. Y mantienen los compromisos españoles. Cuando de hecho aquella España de sus desvelos no existe. En el exilio, malgastarán otra ocasión de independencia, rodeados por la victoria de Franco, atados a la derrota republicana. Pero hay una nueva generación. Los descendientes de los que fueron a los montes, armados contra el invasor... Los hijos e hijas de Gudari llegan a la mayoría de edad. Se inquietan por el colaboracionismo. Conocen otras luchas: Irlanda, Argelia, Israel, Cuba... Entre ellos, Iker Gallastegi, Jose Etxebarrieta... militan en EGI. Se suman a Madariaga, Txillardegi, Krutwig... y otros, preocupados por la falta de iniciativas. Iker dice en París (1962): «Con quien quiera razonar, razonaremos... Pero solo el brazo patriota que empuña un arma puede prevalecer contra el despotismo armado». También habla Txillardegi contra quienes menosprecian su propia lengua. Los burukides se revuelven. Entre ellos Irujo, ministro español. Y Ajuriaguerra, que diría: «A estos de ETA hay que aplastarles, y luego recuperarlos uno a uno». Aguirre, mas tolerante con los jóvenes, ha muerto en 1960, después del abrazo de Madrid, entre Franco e Eisenhower.
Poco después, la nueva generación toma las armas. No es la primera vez. Pero los gudaris ya no son parte de un ejército español, ni francés. No piensan en liberar París. O en defender la república española. Tienen su propia liberación. Son pocos, casi sin recursos. Actúan a la manera guerrillera de los 60. Pero son libres. Por primera vez son gudaris propios. Sin mandos militares o políticos extranjeros. Y no van, como los del 36, a una guerra equivocada. Van a la suya, voluntariamente. No luchan por el Estatuto, o la autonomía. Sino por la libertad, el socialismo y la recuperación integral vasca. Luchan por Euskadi, sin trampas autonómicas. Sin compromisos con Madrid o París. Uno de ellos (Etxebarrieta) escribirá: «No somos responsables de la violencia (..) Que ellos elijan: si discuten, discutimos, si golpean, golpeareamos, si matan, mataremos». Algo, que pronto será trágica realidad en su hermano Txabi.
Gudari vive retirado de la política. Desengañado con el PNV, sigue con esperanza los pasos de los jóvenes. Una vez había escrito: «Emon argia eta herriak bidea aurkituko du». Ahora la luz está en buenas manos. La crisis de los jóvenes estallará, cuando Eusko Gaztedi se una a los «culturalistas» de Ekin-ETA. Lo demás es conocido. Lucha. Represión. Cárcel. Exilio... J. A. Etxebarrieta reafirma: «No basta tener razón. Hay que tener fuerza. No bastan las palabras y las imprentas. Hacen falta hechos. Hechos pacíficos y hechos violentos: huelgas, revistas, disparos y voladuras. El mundo tendrá que enterarse que Euskadi quiere la libertad y se ha hecho con la fuerza para conseguirla». En 1970 (Juicio de Burgos) Europa está pendiente de los activistas vascos y de sus posibles condenas a muerte: Jean P. Sartre, Olof Palme, Pablo VI, PSOE, PCE, PNV, los católicos demócratas... Todos se movilizan en su defensa. Los obreros, los estudiantes, los pueblos del Estado... Juntos arrancarán el indulto del dictador, con protestas, huelgas, manifestaciones.
En 1975 muere Franco. Pero no ETA, que no era solo antifranquista. Y «resucita» el PNV. También los viejos modos: Constitución española y Autonomía vascongada atarán el asunto vasco. Excusas: democracia, parlamento, transferencias... Una falsa amnistía y otro Estatuto engañan a los nacionalistas. Y otra vez, los independentistas se rebelan. Se rearman. Mueren y matan. De nuevo presos, torturados, exiliados. La misma guerra, los mismos medios. Se funda la izquierda abertzale, con el nacionalismo revolucionario de la V Asamblea. Un programa radical, aceptando las «trampas» institucionales, a la manera leninista. Esta generación cumple su ciclo, entre alternativas (KAS), treguas, elecciones, imperativo legal, ofertas, negociación, esperanzas, engaños, desengaños...
Nuevo cambio generacional. Los jóvenes no han conocido el 36. Tampoco a Franco. Pero sí la guerra. La militancia aumenta. Jarrai reúne 15.000. La fuerza social crece en plena lucha armada. La capacidad de ETA sube. El número de presos y exiliados también. Entre ellos, cuatro nietos de Gudari. Esta tercera generación soportará una dura represión. La izquierda abertzale es ilegalizada. Sus militantes asediados, torturados, encarcelados... La lucha institucional se bloquea y el nuevo siglo trae una importante noticia: ETA comunica su desaparición. Anuncia una tregua uni- lateral definitiva. Todo indica que puede ser la última... Nuevas siglas entran en liza (Sortu, Bildu, Amaiur...). La euforia electoral se contagia, como otras veces en el pasado. Y todo parece empezar, de nuevo... O de viejo.
Hace 120 años, con el nacionalismo vasco, nació Gudari. Vivieron juntos tiempos de sacrificio, progresos y esperanzas. Su vida se construyó alrededor del sueño de la libertad vasca y de su firmeza militante. Él y sus descendientes han llevado la luz con el pulso firme de tres generaciones. Hoy, cuando una parte de aquella historia se desvanece, recordamos años de entrega, de lucha, de esperanzas. Ejemplo y memoria de futuro donde vivirán y resistirán otras generaciones, en lucha por los mismos ideales.