Hace unos días este periódico publicó los resultados de una encuesta que está dando mucho que hablar y que algunas y algunos están utilizando en columnas y declaraciones. Uno de ellos es el inefable Pascual Tamburri, quien en «elsemanaldigital.com» habla del sondeo aunque sin citar la fuente y con aire tremendista: «Las encuestas anuncian que la izquierda abertzale sobrepasará al PNV y tendría hoy más fuerza autonómica. Junto a eso, el PSOE se hunde y el PP no llega», ante lo que se pregunta: «¿Es una democracia libre?». Pues no, pero no porque los abertzales de izquierda puedan ganar unas elecciones, sino, entre otras razones, porque durante años ni siquiera se les ha dejado participar en ellas.

Por si alguien no lo había entendido, el profesor Tamburri insiste en los datos de la encuesta, aunque los describe a su modo: «Los marxistas y abertzales pueden obtener una mayoría relativa en el parlamento vasco si se celebran elecciones anticipadas, adelantando en varios escaños al PNV aunque éste conservaría un mayor número de votos y su peso tradicional en Vizcaya». Y no solo eso, porque en Nafarroa «el partido de Yolanda Barcina conservaría su mayoría relativa a duras penas, y también en Navarra el resultado del relajamiento frente al terrorismo sería un avance electoral del voto simpatizante con ETA». Precisamente, relajado no está el hombre a cuenta del sondeo.

Así que, ante la desesperanza, empieza a buscar aliados. Y mira hacia Sabin Etxea. A su juicio, «la gente del PNV quiere el fin de ETA. Pero igualmente estoy convencido de que no lo quieren a este precio: para ellos, el escenario ideal sería uno en el que la banda desapareciese, ellos quedasen como fuerza única o hegemónica del nacionalismo y los grupitos de sensibilidades de izquierda y extrema izquierda encontrasen su acomodo entre PSOE e IU, y si acaso fundando alguna pequeña capillita. Pero eso no se va a dar». Y como no se va a dar, Tamburri espera que los de Urkullu vayan de la mano del PP y el PSOE. Vean cómo lo explica: «Está claro que la sensación general de crisis, unida a la ilusión que en muchos despierta Amaiur y a la transmisión del miedo y de la propaganda de éstos, creará dificultades a los grandes partidos nacionales. Pero antes y más, me temo, al mismo PNV. A no ser que, como algunos esperan, recapacite antes». ¿Y qué harán los jeltzales? Al tiempo.