Antonio Basagoiti decidió amargar a Patxi López el tercer aniversario de su investidura y dio por agotado el pacto entre su partido y el PSE, abriendo la puerta a un adelanto de las elecciones autonómicas. Después de semanas de desencuentros verbales, el líder del PP en la CAV ha optado por romper la cuerda, probablemente porque es consciente de que con Mariano Rajoy aplicando semana tras semana medidas profundamente impopulares desde el Gobierno español, sus expectativas electorales iban a empeorar con el tiempo, mientras que la oposición a tales medidas que el lehendakari está escenificando en Lakua podría darle algunos réditos a medio plazo. Y Basagoiti no ha querido dar esa opción a su rival en las urnas.

En cualquier caso, aunque la ruptura del pacto de gobierno ha llegado tres años después, el Ejecutivo autonómico está agotado desde el mismo instante en que comenzó su singladura. No puede olvidarse, en primer lugar, que la mayoría parlamentaria que llevó a Patxi López a Ajuria Enea nació de la exclusión de una parte significativa del cuerpo electoral de Araba, Bizkaia y Gipuzkoa, y el carácter artificial, irreal, de esa «mayoría de cambio» ha ido quedando en evidencia cada vez que se ha preguntado a la ciudadanía. Las dos citas electorales de 2011 supusieron un auténtico baño de realidad. Además, el lehendakari no ha aprovechado ninguna de las oportunidades que se le han brindado para hacer frente a ese vicio de origen, ya que ni en la gestión de la crisis económica ni en su posición respecto al proceso de soluciones abierto en este país ha dado la talla.

El líder del PSE hablará hoy en una comparecencia que estaba previsto que sirviera para hacer balance de estos tres años pero en la que deberá valorar las palabras de su exsocio y explicar qué va hacer ahora. Sin legitimidad ni mayoría sólida en la Cámara, lo que queda de legislatura, sea el tiempo que sea, se le puede hacer muy largo a un gobierno que nunca ha tenido crédito.