Los sirios votaron ayer en unas elecciones legislativas convocadas por el régimen de Bashar al-Assad como parte de sus reformas políticas y con las que busca ganar credibilidad, a pesar del boicot de la oposición interna. Las autoridades informaron de que 14,8 millones de personas estaban llamadas a las urnas para elegir entre los 7.195 candidatos a los 250 que entrarán en el Parlamento. La oposición interna, que cuestiona la transparencia del proceso electoral, decidió retirar hasta 695 de sus candidatos en Damasco, según dijo Efe. La oposición en el exterior, el Consejo Nacional Sirio tachó de «farsa» los comicios.

La televisión oficial siria mostró imágenes de votantes que hacían cola para depositar sus papeletas en distintos puntos del país, aunque otras grabaciones difundidas por la oposición mostraban barrios y aldeas de zonas rebeldes con calles desiertas y tiendas cerradas.

Figuras de la oposición boicotearon la cita electoral con el argumento de que la Constitución, revisada para permitir la formación de nuevos partidos políticos y aprobada en referendo en febrero, no cambiará el equilibrio de poder en Siria. Quienes acudieron a votar defendían la «transparencia» del proceso y confiaban en que los comicios traerán la solución definitiva a la crisis política y disminuirán el nivel de violencia favoreciendo el diálogo.

Esa Carta Magna acaba con el monopolio del partido Baaz de Al-Assad desde 1963 -aunque es poco probable que las elecciones supongan el fin de su dominio parlamentario-, pero prohíbe la constitución de formacio- nes políticas con base religiosa, tribal o regional, por lo que quedan excluidos los Hermanos Musulmanes y los partidos kurdos, entre otros. Entre las nueve nuevas formaciones políticas figuran el Partido de la Solidaridad, el Partido Sirio Democrático, el Partido al-Watan y el Partido de la Solidaridad Democrática Árabe. Siete de ellas presentaron candidatos a las primeras elecciones multipartitas desde hace medio siglo.

Sin embargo, la violencia continuó ayer a pesar del alto el fuego decretado desde el 12 de abril en el marco del plan de paz de Kofi Annan y del despliegue de los observadores de la ONU. Según grupos opositores, tres desertores murieron en una emboscada de las fuerzas de seguridad leales a Al-Assad en la región de Deir Ezzor.