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Maite SOROA | msoroa@gara.net

El fracaso de la «normalización»

Si el lunes «La Razón» publicaba una encuesta electoral sobre la CAV que venía a confirmar otro publicado hace unas semanas en estas páginas, y Carmen Gurruchaga se lamentaba por el «Fracaso del constitucionalismo», en «Elsemanaldigital» un tal Javier López muestra estos días la resignación del unionismo y afirma que «en el País Vasco vuelve a escucharse los sonidos del nacionalismo, y no parece que haya mucho remedio». En una columna de opinión titulada «España: ¿Estás en el País Vasco?», retoma la ruptura entre PP y PSE señalando que «se termina aquel acuerdo que tantas esperanzas despertó. No ha aguantado la legislatura completa», y explica que «el objetivo inicial era llegar a aquello que hubiera sido la auténtica `normalización' del territorio vasco: un lugar presidido por la libertad y por el derecho de los durante tantos años excluidos a sentirse bien en la parte de la patria común española en la que ellos habían nacido, la que establece la Constitución de 1978». Sí, a las vascas y los vascos nos chifla que nos quieran normalizar. ¿A qué se referirá cuando escribe «libertad»?

Pero López admite que el cuento se les acaba: «Ahora las elecciones autonómicas, que inevitablemente tendrán que celebrarse más pronto que tarde, volverán a entronizar al nacionalismo más excluyente con un Bildu, Sortu, o como quieran llamarse el invento en un lugar privilegiado. Nada parece que pueda remediarlo». Fíjense que habla de las elecciones como si fueran una plaga bíblica. Aunque más o menos, eso cree que está por venir: «La locura etnicista volverá a instalarse en el País Vasco, y ya tenemos algún aviso que causa el mayor de los desasosiegos como ese proyecto de la diputación guipuzcuana (sic), en manos de Bildu, de clasificar a los ciudadanos por su origen». Sí, y se comen a los niños mientras celebran lujuriosos akelarres. Habla de locura el personaje... Y al final, el lamento: «quizá llegar a materializar sueño era demasiado pedir a un matrimonio de conveniencia no demasiado bien avenido y que finalmente tan solo ha supuesto un paréntesis en una triste historia para todos aquellos que sienten a la tierra vasca como indisolublemente unida a la entraña española». Pues sí, parece que era demasiado pedir. Dan pena.

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