«Alaska y Mario» o el éxito de la desmesura rosa y lo kitsch
MTV ha logrado un gran éxito en el Estado español gracias al peculiar reality show «Alaska y Mario», en el que la audiencia ha seguido al detalle y durante dos temporadas las tribulaciones cotidianas de Olvido Gara, Alaska, y Mario Vaquerizo, líder de Las Nancys Rubias.
Koldo LANDALUZE | DONOSTIA
La cadena MTV ya lo advirtió: «Durante varias semanas, la audiencia será testigo directo de su realidad: asistirán con ellos a las fiestas más glamourosas y extravagantes, descubrirán los entresijos de la prensa del corazón, y conocerán a sus amigos celebrities más cercanos e interesantes». Estos han sido los rasgos principales de «Alaska y Mario», un reality show de cuidada factura visual -la productora El Terrat se encuentra entre las bambalinas- cuyo visionado no ha dejado indiferente a nadie.
En «Alaska y Mario», personajes y escenografía parecen escapados de una pesadilla orquestada por David Lynch. El desarrollo dramático de las escenas, presuntamente cotidianas que comparte la divina pareja, no son más que una exaltación guiñolesca y en tonalidades rosáceas del propio ego desmesurado compartido por dos actores -Alaska y Mario- que se saben al pie de la letra sus respectivos roles dentro de un esperpento calculado cuya desmesura adquiere ribetes espasmódicos en cuanto descubrimos el singular bestiario de criaturas modernas que orbita a su alrededor.
Tras dos temporadas en nuestras televisiones, el dúo se despide con mucha pompa y circunstancia mediante una doble boda: una por lo civil y la otra en un escenario perfecto para ellos -si exceptuamos el manicomio de Gotham City-, Las Vegas.
Víctimas fashion en constante equilibrio entre lo cutre y lo moderno, aquella que cantó «A quién le importa lo que yo haga...» y el integrante de Las Nancys Rubias han puesto en entredicho las teorías de Darwin y han mostrado su satisfacción en cuanto el objetivo de las cámaras se dirigía a ellos para recrear con detalle cada una de las situaciones sicotrónicas que se suceden a lo largo y ancho de unas vivencias dictadas a golpe de guión y frenesí improvisado.