Antropólogos, lingüistas, profesores universitarios, autodidactas enganchados por la historia... el congreso internacional Atlantiar, organizado por la asociación Jauzarrea -que es lo mismo que decir Xabier Otero, porque el fotógrafo navarro es el motor de esta historia- les reunirá a todos ellos el próximo viernes en Ficoba, en Irun, junto a la frontera. La jornada maratoniana que, a los no iniciados, nos suena a universidad popular, será la primera entrega de una serie de congresos con los de Jauzarrea busca analizar la historia de este pueblo.

Bajo la supervisión de un comité científico compuesto por el propio Xabi Otero, el lingüista Stephen Oppenheimer, el profesor de la UPV J.A. Mujika y el antropólogo Dennis Stanford, este congreso ha conseguido reunir a especialistas de ámbito internacional, con una cuestión central a debate «La huella humana en la fachada atlántica europea. Territorios en torno al Golfo de Bizkaia. Paleolítico». Una huella que, en el caso de los vascos, se podría remontar mucho más atrás de la dejada por los balleneros en la ruta del bacalao. Eso es lo que podría deducirse, al menos, de la teoría del Poblamiento Temprano de Stanford y Bruce Bradley, muy conocida y también polémica, que cuestiona que el poblacimiento del norte de América se efectuase únicamente por Siberia. De hecho, ayer Stanford iba más allá al decir que existen muchas similitudes entre la tecnología clovis (las herramientas de la cultura de la que descienden todas las culturas americanas) y la hallada en la cornisa cantábrica, en esta zona. En los corredores de hielo que unían continentes, por donde los grupos humanos se adentraban a buscar caza, se concretaban las migraciaciones. «No podemos decir que aquellos cazadores fuesen vascos; eso tendrán que decirlo los genetistas», puntualizó.