Viaje a Berlín del nuevo presidente francés
Hollande y Merkel subrayan coincidencias en su encuentro
La primera reunión, celebrada de forma casi inmediata a ceremonia de investidura del nuevo presidente francés, se esperaba como el choque entre la defensa de la austeridad alemana frente a las propuestas francesas de crecimiento, pero ambos subrayaron más sus puntos comunes.
GARA | PARÍS-BERLÍN
Como un augurio de la tarea que le espera a François Hollande para intentar cambiar el rumbo de la política europea, acabó empapado en la ceremonia de su investidura como jefe del Estado y un rayo hizo volver al avión que lo transportaba a Berlín para entrevistarse con Angela Merkel
Su primer desplazamiento al extranjero fue casi inmediato a la toma de posesión. Prácticamente a la carrera, participó en la ceremonia solemne, dio su discurso a la nación, saludó a los ciudadanos, y dio a conocer el nombre de su primer mientras partía rumbo a Berlín. El avión tuvo que regresar a París al ser alcanzado por un rayo y, con hora y cuarto de retraso, fue recibido por la canciller alemana, Angela Merkel .
Hollande llegaba a un encuentro «para conocerse», pero con la voluntad expresa de llevar sus propuestas sobre crecimiento a la política europea, aspecto en el que encuentra la resistencia de Merkel a cualquier cosa que suponga más gasto y más deuda.
Sin embargo, ambos subrayaron sus puntos de coincidencia. Merkel aseguró que la prensa menciona «que las divergencias son más importantes de lo que lo son realmente».
La canciller afirmó que creía tener puntos de acuerdo sobre el crecimiento con Hollande, indicando que «se trata de un concepto general» que podía cubrir diferentes tipos de medidas, aun admitiendo «signos de divergencias».
Por su parte, el presidente francés, que deseó «una relación equilibrada y respetuosa» entre París y Berlín, defendió que «todas las ideas» deben estar sobre la mesa en el próximo consejo europeo, y deberá analizarse si existen fórmulas legales para su aplicación. Hollande volvió a citar, entre otras iniciativas, la creación de eurobonos o la renegociación del pacto fiscal, aunque pospuso una propuesta más concreta hasta después de hablar con la canciller.
Merkel destacó que Berlín y París deben acudir al Consejo Europeo de junio con propuestas conjuntas, algo con lo que también coincidió el presidente francés. Uno de los temas tratados por Merkel y Hollande durante su encuentro, previo a una cena de trabajo, fue la crisis de Grecia, donde volverán a celebrarse elecciones parlamentarias tras la incapacidad de los partidos políticos para formar un Gobierno de coalición. Los dos líderes se posicionaron a favor de la permanencia de Grecia en el euro pero, al mismo tiempo, aseguraron que respetarán lo que se decida en Atenas. Aunque se mostraron dispuestos a ofrecer a Atenas medidas de crecimiento, aclararon que los compromisos firmados con la UE y el FMI para la entrega del segundo plan de rescate «se tienen que cumplir». Por su parte, Merkel, que recordó que «una moneda común tiene responsabilidades comunes» afirmó que el euro también es «político», al apostar por una permanencia de Grecia que los dos dirigentes no dieron por segura.
Oposición y total rechazo
La llegada de Hollande al poder ha suscitado la esperanza de que suponga un cambio en la situación, comenzando por Grecia, pero también más allá. En Alemania, los dirigentes del SPD aprovecharon el encuentro entre Hollande y Merkel para reclamar que «el pacto presupuestario se complete con medidas de crecimiento. Hacen falta cambios porque el antiguo socio, Nicolas Sarkozy, ya no está», afirmó el presidente del SPD, Sigmar Gabriel. «Nos felicitamos de la visita a Berlín de François Hollande y esperamos que el motor franco-alemán volverá a arrancar», añadió. Merkel necesita el apoyo de los socialdemócratas para ratificar en el Bundestag con una mayoría de dos tercios el pacto presupuestario europeo, que institucionaliza los recortes de los gastos públicos.
Igualmente, la Confederación Europea de Sindicatos expresó su confianza en que la reunión entre Hollande y Merkel, marque «un punto de partida para una Europa del crecimiento, y no de la austeridad» porque, a su juicio, esta última «es un fracaso económico y político, tal y como han mostrado las recientes elecciones europeas». Incluso el secretario del Tesoro de EEUU, Timothy Geithner, elogió la «apertura del debate» sobre crecimiento en Europa para solucionar la crisis financiera y económica en la región.
Hollande había comenzado la maratoniana jornada siendo recibido por su predecesor, Nicolas Sarkozy, que oficializó el traspaso de poderes y los códigos del armamento nuclear. Tras la marsellesa, honores militares, cañonazos, y una vez nombrado séptimo presidente de la V República, Hollande lanzó un mensaje de «unidad», en el que aseguró querer «abrir una nueva vía en Europa».
Después se dirigió en un coche descapotable bajo la lluvia hasta el Arco de Triunfo, para homenajear al «soldado desconocido». Quiso marcar su prioridad en la educación, rindiendo homenaje al padre de la escuela laica, gratuita y obligatoria, Jules Ferry, -aunque se desmarcó de su defensa del colonialismo- y a Marie Curie.
La economía alemana sigue siendo la locomotora europea. Ha burlado la recesión que afecta a varios de sus socios europeos al crecer un 0,5% durante el primer trimestre, algo más de lo previsto, y, de paso, ha salvado la media de la zona euro en su conjunto, según cifras preliminares publicadas ayer. Tras sendas caídas del 0,3% en los últimos tres meses de 2011, el PIB de la zona euro y del conjunto de la UE se mantuvo estable en el primer trimestre de este año. Los economistas esperaban que la primera economía europea se mantuviera tímidamente en crecimiento positivo, con un aumento de una décima del PIB, después de la caída del 0,2% registrada a finales de 2011. Pero las cifras han dejado pequeñas las expectativas para Alemania mientras la economía francesa presentaba un crecimiento nulo, Italia anunciaba una caída del 0,8% de su PIB y España lo reducía en tres décimas. En su conjunto, la zona euro se ha podido mantener a flote gracias a Alemania. Aunque la oficina federal de estadísticas no hará oficiales los datos hasta el 24 de mayo, ya ha indicado que el consumo de los hogares y la exportación han impulsado el crecimiento. Máquina-herramienta, vehículos y productos químicos alemanes se han vendido a buen ritmo en el extranjero, a pesar del impacto de la crisis en sus socios de la eurozona, a los que Alemania dirige el 40% de sus exportaciones. También el consumo privado ha mejorado gracias a un mercado de trabajo en buena forma y al aumento de salarios. GARA
Mientras François Hollande se dirigía al aeropuerto para tomar el avión con destino Berlín, el Elíseo anunció el nombre del nuevo primer ministro: Jean-Marc Ayrault, de 62 años, un peso pesado del PS, hasta ahora presidente del grupo parlamentario del PS en la Asamblea Nacional, fiel compañero de la trayectoria política de Hollande, con fama de prudente, buen conocedor del Alemania y poco conocido del gran público. Sus allegados consideran que tiene un estilo reservado, sin florituras, asumiendo un «discreto carisma».
El nombramiento de este profesor de alemán provocó algunas de las primeras críticas por incumplimiento de promesas del nuevo jefe del Estado, quien había asegurado que no se rodearía de personas imputadas o condenadas.
El nuevo primer ministro fue condenado cuando era alcalde de Nantes a seis meses de prisión suspendida por favoritismo, por adjudicar un contrato a una sociedad próxima al PS, aunque insiste en que la condena no se debió a su implicación directa, sino como máximo responsable del consistorio. «Soy un hombre honesto, y voy a seguir siendo un hombre honesto», afirma, defendiendo que se trató de un error de gestión, y su condena totalmente superada después de una década. Dio sus primeros pasos públicos en la juventud rural cristiana, antes de afiliarse al PS en 1971. Estudio algún tiempo en Wurzburgo, en Baviera y sigue vinculado a Alemania, unos lazos que resultarán muy útiles a Hollande. Desde 1989 es alcalde de Nantes, hermanada con Sarrebrück, cuyo alcalde fue durante largo tiempo Oskar Lafontaine, quien pasó del SPD a Die Linke. A su juicio, «la relación franco-alemana no puede funcionar sin cierta intimidad. Necesita constancia y estabilidad. No hay otra alternativa para mantener juntos a los estados miembros».
Bajo su administración, Nantes ha pasado del cierre de astilleros a ser una metrópoli cultural y universitaria activa, con alta calidad de vida, pero también se ha hecho enemigos con su proyecto de aeropuerto, que ha enfurecido a los campesinos por los brutales métodos de expropiación.
Hollande también nombró a sus más próximos colaboradores en el Elíseo. Su compañero de estudios en la Escuela Nacional de Administración Pierre-René Lemas ocupará el puesto estratégico de secretario general. Especializado en descentralización, ha trabajado en varios gabinetes ministeriales y ha sido prefecto. El redactor de sus discursos Aquilino Morelle será su consejero político. GARA