Un destino incierto pero muy desahogado para el ex presidente Sarkozy
Tras dirigir durante un lustro el Estado francés, Nicolas Sarkozy se ha convertido en un ciudadano normal. Pero más «normal» que el resto, habida cuenta de que recibirá entre 1.5 y 2 millones de euros al año directamente de las arcas públicas, léase los contribuyentes.
Dabid LAZKANOITURBURU
No hará falta a Nicolas Sarkozy retomar su carrera de abogado aunque quizás le convenga si, finalmente, es citado por los jueces para declarar sobre la financiación de su campaña en 2007.
Paradójicamente, fue el entonces primer ministro del socialista François Miterrand, y hoy candidato a ocupar un puesto en el Gabinete de Hollande, Laurent Fabius, quien instituyó la figura de las jugosas prebendas para los expresidentes a través de una carta escrita en enero de 1985 de su puño y letra y enviada a Valéry Giscard d´Estaing, quien había dejado el Palacio del Elíseo cuatro años antes. René Dosière, diputado del PS por l'Aisne (Picardía) y autor de la obra "L'Argent de l'Etat" (El Dinero del Estado), reconocía, en declaraciones a la web del diario «Sudouest», que «es bastante sorprendente que todo esto repose sobre una base jurídica tan nimia como un correo personal que se mantuvo en secreto durante años y al que se da valor de decisión firme».
Y decir «todo esto» es quedarse corto, si hacemos una lista de las prebendas de que gozará Sarkozy. Comenzamos con un apartamento y con dos personas asignadas a su servicio. Un apartamento en la capital parisina, cerca del Faubourg Saint-Honoré, que podrá utilizar como oficina o no, y para lo que podrá disponer de al menos otros siete colaboradores, desde un director de gabinete hasta una secretaria.
El ya expresidente disfrutará asimismo de un vehículo oficial con dos chóferes y de una escolta con dos o tres policías cuyas viviendas serán vigiladas a su vez por la Policía. Podrá viajar, junto con su pareja, gratuitamente y en primera clase, en tren, barco o avión. En el extranjero será tratado con el rango de un presidente de la República y el embajador de turno le ayudará a organizar sus estancias y desplazamientos.
Además, y en caso de defunción, su esposa podrá beneficiarse parcialmente de esas prebendas.
Finalmente, y tal y como -en este caso sí- está reglado hasta el último detalle, el expresidente recibirá una remuneración similar a la que recibe un consejero de Estado, y que asciende a 6.000 euros anuales. Si decidiera además ocupar su asiento en el Consejo Constitucional, recibiría otros 12.000 euros brutos al mes. En total, 18.000 euros. Pero eso si Hollande no cumple su promesa de cerrar el paso al Consejo Constitucional a los expresidentes franceses.
Cuitas judiciales pendientes
Ante semejante desembolso público (entre 1.5 y 2 millones de euros anuales) parece un chiste que Sarkozy pueda ser perseguido judicialmente por una ley que prohíbe que la financiación de un partido político francés supere la cifra de 4.600 euros por campaña. Parece un chiste pero no lo es. Y es que Sarkozy, que perderá en un mes la inmunidad penal reservada para el jefe de Estado -instaurada por Chirac y que Hollande ha prometido a su vez revisar-, podría ser llamado por los jueces a partir del 16 de junio por dos escándalos: el affaire Bettencourt, sobre la financiación de su campaña en 2007, y el affaire Karachi, que tiene su origen en la investigación de un atentado en 2002.
En el primero, Sarkozy es citado directamente por testimonios que le acusan de haber recibido por lo menos 50.000 euros en metálico de manos del hombre de confianza de Liliane Bettencourt, la heredera del gigante de cosméticos L´Oreal y generosa mecenas de su partido, la UMP. Este escándalo, destapado por un diferendo familiar, provocó a finales de 2010 la dimisión de un ministro y la inculpación de altos responsables policiales acusados de ordenar escuchas ilegales de periodistas por órdenes del Elíseo.
Sarkozy califica estas acusaciones de infamia, al igual que las revelaciones sobre la financiación de su campaña por el desaparecido dictador libio Muamar Gadafi. Los jueces podrían asimismo citarlo en el affaire Karachi, en el que no aparece directamente implicado pero que podría afectar a su mentor y ex primer ministro Edouard Balladur.
El politólogo Philippe Braud vaticina que «si es perseguido y condenado, acabarán todas sus posibilidades para volver a la política. Y a la vez se le cerrarían las puertas al Consejo Constitucional, como a Chirac.
Quizás eso explique su silencio o sus medias palabras sobre su futuro político.
Si la famosa «llave» que el jefe de Estado lleva al cuello no es más que una leyenda, los códigos nucleares que Sarkozy transmitió a Hollande son reales aunque permanecen como uno de los secretos mejor guardados de la República.
El traspaso se formalizó en presencia del jefe del Estado Mayor, general Benoît Puga. Este último instruyó al nuevo presidente en los procedimientos en el PC Jupiter, el corazón del sistema de mando, situado en los sótanos del Elíseo.
El presidente no es el único en poseer el código y no hay uno solo sino varios, en función de los objetivos y otras consideraciones. Los códigos son modificados regularmente pero mantienen siempre sistemas de identificación, sobre todo biométricos, que permiten identificar al jefe de Estado. Este último lleva siempre consigo una maleta negra con un sistema de comunicación permanente y encriptado. GARA