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«Chávez puede estar enfermo; pero el pueblo no abandonará lo conquistado»

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Juan Contreras
Presidente de la Coordinadora Simón Bolívar de Caracas

Juan Contreras lleva toda una vida en el barrio 23 de enero de Caracas, uno de los núcleos populares que se han volcado con la revolución bolivariana capitaneada por Hugo Chávez. Su trabajo desde la base, al frente de la Coordinadora Simón Bolívar, le convierte en una voz autorizada para desglosar los avances registrados en Venezuela pero también sus asignaturas pendientes.

Alberto PRADILLA | CARACAS

Juan Contreras es una de esas personas con las que solo basta cruzar cuatro frases para comprobar que su bagaje es el de un pueblo en lucha. Eso lo saben bien las decenas de brigadistas vascos que han pasado por el barrio 23 de enero de Caracas, donde se ubica la Coordinadora Simón Bolívar, que él mismo preside. Núcleos urbanos como este, que desfila de forma desordenada a través de una ladera, concentra buena parte del apoyo del presidente Hugo Chávez. Allí nació Contreras y ahí sigue, enfrascado en el trabajo comunitario y militante. Su análisis, basado en una vida combatiendo, va más allá de los grandes titulares con los que la prensa mayoritaria se despacha sobre Venezuela. Destaca los logros de la revolución y llama la atención sobre sus retos. También hace frente a las carencias y contradicciones. Todo ello, con la perspectiva del «pueblo pobre» que, al menos ahora, es tenido en cuenta.

Desde la conmemoración del fallido golpe de Estado contra Hugo Chávez hasta el próximo 7 de octubre, fecha de las presidenciales, Venezuela tiene por delante un período histórico. ¿Cómo se vive en la calle?

Estos meses van a ser movidos. La gente se va a volcar con el proceso revolucionario y la campaña para la reelección del comandante Chávez. Pero también van a ser complejos, por la resistencia que plantea la oposición, que aún no entiende que el problema no es Chávez, sino los millones de venezolanos que han dicho «basta» y han echado a andar. Esto no solo lo encarna el presidente, sino ese pueblo pobre, que nunca tuvo rostro ni voz, y que hoy renace con el proceso revolucionario. Se ha dignificado la calidad de vida, la educación, la salud, vivienda digna, trabajo digno y recreación. Cinco elementos que caracterizan el bienestar y la justicia social para cualquier ser humano en cualquier parte del mundo. Ahora nos estamos jugando, como decimos los venezolanos, a «Rosalinda», es decir, todo. Estos comicios son como las elecciones en Nicaragua en los 90, cuando el sandinismo pierde. Estamos en esa encrucijada: la continuidad del proceso histórico o la pérdida con un enemigo tan fuerte como es el imperialismo y la oligarquía. .

Se ha especulado mucho sobre la salud del presidente.

Puede estar enfermo, grave o menos grave. Y es importante por la figura que encarna. Pero este proceso ya no le pertenece a Chávez. Aquí hubo un proceso de lucha armada en los 60; un «Caracazo» donde más de 3.000 personas fueron asesinadas. Me atrevería a decir que el pueblo salió a la calle el 27 y 28 de febrero de 1989 y que no regresó a su casa. El 4 de febrero del 92 fue producto de ese 27 y 28 de febrero. Se olvida este proceso histórico de lucha. Chávez puede morir mañana, o no; pero este pueblo no va a abandonar lo que ya ha conquistado.

Sin embargo, no se puede obviar que ha ejercido de nexo de unión entre las diferentes corrientes que conforman el movimiento bolivariano.

Es cierto. Pero también hay que ver que diez años después del golpe, existe mayor conciencia. Por ejemplo, gracias a los medios alternativos. Hoy, el pueblo tiene más educación, las misiones han elevado la calidad de vida, y creo que, aún con el papel que juega Chávez, la fortaleza está en la revolución. Sí, el liderazgo del presidente puede generar una debilidad por no existir una dirección colectiva, con unos comandantes como hubo en la revolución nicaraguense o en la cubana. Sin embargo, también es sustituido por ese pueblo esperanzado, que apuesta por construir el socialismo. Eso es lo que significa el Gran Polo Patriótico, constituido por las organizaciones culturales, políticas, los consejos comunales. Por eso creo que va más allá de la figura de Chávez. La concentración ya escapa de las manos del presidente, porque es el pueblo el que ha echado a andar y está construyendo su propio proceso. Me atrevería a decir que la revolución no está en Chávez ni en las instituciones, sino en las experiencias que se están construyendo en nuestros barrios, en nuestros campos y en nuestras fábricas.

Ha mencionado la importancia de los comicios para consolidar los logros de la revolución en materias como la salud o la educación. Sin embargo, ¿cuáles cree que son los retos para el futuro?

Quedan muchas cosas por hacer. Este es un proceso muy joven y existen muchas contradicciones. Hablamos de construir el socialismo en el marco de una sociedad burguesa y capitalista. Y eso es contradictorio. Como dice Simón Rodríguez, una de las raíces históricas bolivarianas, «o inventamos o erramos». Queda mucho por hacer. En primer lugar, reivindicar el proceso. En segundo, el castigo a toda esa gente de la IV República que cometió aquellas masacres, como la de Cantaura, donde tuvieron mucha responsabilidad policías pagados por el imperio. Ahí está el caso de Posada Carriles, un terrorista confeso y hoy protegido por EEUU. Fue jefe de los servicios, mató y torturó gente, planificó la voladura del avión cubano del año 76 y no ha pagado por sus crímenes. Es necesario que haya un proceso de justicia.

Por otra parte, falta mucho por construir en la revolución. Todos los días hay obstáculos que saltar. Lo más complejo es construir una sociedad que, desde el punto de vista económico, sea acorde con el sistema político socialista. El reto es construir una sociedad que, como dice Pablo Milanés en referencia a Cuba, no creo que sea perfecta, pero que tiene que dar la mayor suma de felicidad posible a nuestro pueblo.

¿Percibe el riesgo de que, tras más de una década de proceso, surjan sectores sociales que se dejen seducir por la idea de cambio sin tomar en cuenta las posibles consecuencias? Dicho de otra manera, ¿existe el riesgo de que aflore una sensación de cansancio entre algunos ciudadanos?

No. Este pueblo, más que nunca, va hacia adelante. No está cansado. Quiere dejar atrás esos 40 años de falsa democracia, de una democracia representativa que nunca dignificó a nuestro pueblo. Queremos a Chávez porque la presidencia se la dio el pueblo pobre. Por eso mismo queremos que siga ahí. Esta misma lucha no hace a nadie retroceder. Porque la revolución bolivariana y el presidente sobrepasaron nuestras fronteras. Hoy es importante para América Latina. Este proceso ha irradiado a toda América Latina.

Por lo tanto, ¿es descartable un proceso que revierta los logros revolucionarios obtenidos en Venezuela?

Ese riesgo puede presentarse como ha ocurrido con 50 años de revolución cubana. Siempre estará ahí mientras se mantenga el acoso del imperio y de los sectores foráneos que se resisten a los cambios. Pero para eso está este pueblo, que en los 13 procesos electorales que se han dado en Venezuela desde el 98, ha seguido reivindicando la figura del presidente. Por este motivo, no creo que se trate de Chávez y del Gobierno, sino de un pueblo encantado con un proceso que le ha dignificado, que ha situado en el centro al hombre y la mujer. El pueblo no tuvo rostro, ni la posibilidad de expresarse. Ese 80% que estuvo excluido hoy está inmerso dentro del proceso, y es el pueblo el que lo hace suyo. Por este motivo está en la calle. Por eso se explica que, hace diez años, el pueblo devolviese el poder a Chávez tras el golpe de Estado diciendo «nosotros lo pusimos, nosotros lo quitamos. Por ahora, queremos que sea él que se quede».

Uno de los hechos incontestables en Venezuela es el giro que ha experimentado el discurso político. Incluso el propio candidato de la oposición, Henrique Capriles, se ha visto obligado a presentar un rostro «social» y alejarse, en apariencia, del neoliberalismo para competir por la presidencia.

Hoy quieren presentarse como progresistas y socialistas. Ese candidato que el presidente llama «majunche» (calificativo despectivo con el que Chávez se refiere a Capriles), es el mismo que estuvo en el golpe de Estado en la embajada cubana. El mismo candidato «majunche» es un golpista confeso. ¿Qué le pasaría a Venezuela si esa clase política, que tiene odio y desprecio por la clase pobre, se hciese con el poder? No vienen para hacer nada, sino buscando el interés económico.

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«La oposición no entiende que el problema no es Chávez, sino los millones de venezolanos que han dicho `basta' y han echado a andar»

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«En las próximas elecciones nos jugamos todo. Son como los comicios en Nicaragua de los años 90, cuando el sandinismo pierde. Nos jugamos que siga el proceso»

socialismo

«Hablamos de construir el socialismo en una sociedad burguesa y capitalista. Y ese es un proceso contradictorio»

«Los medios exacerban la inseguridad y la tratan de resaltar como un tema político»

La oposición liderada por Henrique Capriles ha planteado un escenario de batalla de aquí hasta las elecciones del 7 de octubre. ¿Cree que existe el peligro de que no asuman una posible derrota y busquen llegar al Ejecutivo por otras vías?

Ellos van a intentar todas las salidas. El imperio es muy pragmático. Harán el camino electoral porque necesitan cubrirse ante los ojos del mundo, pero trabajarán todas las alternativas. Pero para eso está el pueblo, la gente que se ha beneficiado de la dignificación. El ejemplo es el 11, 12 y 13 de abril de hace diez años. También hay un factor importante, y es la conformación de nuestras Fuerzas Armadas. Desde el año 57, el Partido Comunista lanzó la tesis de que la única posibilidad de construir una revolución era el pueblo y parte de las Fuerzas Armadas. Eso es lo que hoy representa esta alianza cívico militar. Hay un sector importante dentro de estas Fuerzas Armadas que está ganada con este proceso. Y a través de nuevas leyes se está construyendo un estamento militar que hoy se declara bolivariano, socialista, y que construye el proceso. Tenemos el pueblo y a las Fuerzas Armadas, que es pueblo uniformado. Los intentos de revertir siempre estarán latentes, por los ataques del imperio o los intereses de la oligarquía.

Una de las grandes acusaciones de la oposición es la relacionada con la violencia. ¿Qué situación registra actualmente el país en este ámbito?

Es una lucha mediática. Ya lo vimos en el intento de golpe de Estado. Existe un problema de inseguridad, pero se ha exacerbado por los medios. Si viésemos cuántos muertos hay en las favelas de Brasil, o lo que ocurre en EEUU con las drogas y las pandillas... Pero lo que se exacerba es Venezuela. Porque hay una conspiración en marcha. Se trata de vender que Chávez es un autoritario, un dictador, que la libertad de expresión no fuciona y que encima hay inseguridad. Están intentando resaltar la inseguridad como un tema político. Hoy, por ejemplo, en el 23 de enero hay menos delincuencia. Porque los jóvenes tienen oportunidad de estudiar y formarse. Los gringos quieren nuestro petróleo y nuestros recursos. Por eso desdibujan la realidad. A.P.

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