Mikel INSAUSTI

México es un país de fuertes contrastes, y su gran problema consiste en cómo encontrar un equilibrio entre las situaciones extremas que chocan violentamente unas con otras. «Miss Bala» es una película que coloca al espectador en medio del fuego cruzado, por lo que uno se siente incómodo viéndola, sin poder tomar posición en la butaca. La sensación es de confusión, de incapacidad para entender lo que está ocurriendo en la pantalla, seguramente porque en la vida real también será así. No se trata simplemente de no manejar la jerga que hablan los narcos, de no saber interpretar las palabras sueltas que se cuelan a través del sonido ambiente. Al final las duras imágenes te dejan sumido en el caos mexicano, tal como lo ha querido representar Gerardo Naranjo.

No hay mucho a lo que agarrarse, porque apenas se escuchan diálogos o conversaciones convencionales que aclaren las motivaciones o inquietudes de los protagonistas. Naranjo utiliza las comunicaciones de los narcos por radio sin un sentido preciso, a modo de ruido de fondo. En las escenas de tiroteos lo que destaca son las detonaciones, los destellos de los disparos entre las sombras y las siluetas que corren de un lado a otro. La perspectiva dominante es la de la cámara a ras de suelo, así que para la víctima del relato solo queda esperar a que la matanza cese en algún momento.

Y ahí es donde «Miss Bala» coge fuerza, gracias a la presencia de la actriz Stephanie Sigman, todo un hallazgo. Expresa belleza robada, belleza violentada y belleza dolorida de principio a fin. El punto de vista de su personaje es el que guía la narración por entero, transmitiendo una constante inseguridad y una absoluta desvalidez. En ese sentido termina siendo una muy libre recreación de la figura real, aquella Laura Elena Zuñiga que hace cuatro años saltó a las noticias por el caso Miss Sinaloa. Su tragedia personal ha sido desarrollada para ofrecer una visión diferente del mundo de los carteles de la droga, incidiendo en que ningún sector de la sociedad mexicana queda a salvo de la lucha de poder que mantienen con un gobierno corrupto.