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Raimundo Fitero

Monitorizada

 

Cogiendo el rábano por las hojas, aseguramos que la vuelta de nuevos capítulos de «Hospital Central» debe considerarse como un acierto muy oportuno. La banca, las comunidades autónomas están en una Unidad de Cuidados Financieros que asusta. Existe un virus que se contagia por el roce con los billetes del euro que afecta a la sociedad entera. No se sabe si además vendrá una gripe aviar desde el corralito que están determinando si es físico, técnico o sicológico. La vida esta monitorizada, pero desde esas pantallas malignas del Ibex hasta las de todas las bolsas del mundo que son las que quitan la vida. O al menos la condicionan de tal manera que parece un sucedáneo.

Así que ver un hospital en donde lo importante es la vida privada de los funcionarios públicos es una metáfora atrapada por la cola, pero que viene a significar que los recortes en sanidad se traducen en recortes en la producción de una serie de hospitales y médicos, enfermeras y pacientes. Menos ruido, menos aparato de sala de operaciones, menos ambulancias y estragos y más despachos y espacios de convivencia colectiva y vestuarios. Una manera de captar audiencia por el sentimentalismo y el morbo, aunque sea muy profiláctico, y un buen descenso en los gastos de producción, que tampoco es cosa a desatender.

Esta serie tan veterana, recupera actores, mantiene tono, sus constantes vitales son las mismas, pero seguramente tienen audiencias nuevas que han debido renovar la clientela de todas las temporadas anteriores. Mirada con ojo diagnóstico, no pasa de ser un excelente ejercicio de mediocridad. De ofrecer un conjunto de tramas que como una penicilina de cuarta generación ataque a muchos tipos de audiencia y los vacune de todo rigor médico, literario o interpretativo, para que se conformen con lo poco que se ofrece. Dicho así parece que se habla en demérito de la serie, y se hace al contrario con admiración. Con lo justo, han logrado cifras de ensueño para la cadena. Por ello el que se mantenga tanto tiempo en antena. Y es lo que quiere una parte de la audiencia, y se lo da. Hasta ahí estamos de acuerdo. De lo otro, nada, ni hablamos, nos preocupa cómo anda la prima viciosa.