CRíTICA: «La sombra de la traición»
La Guerra Fría que nunca termina para Hollywood
Mikel Insausti
La mayoría del público que acuda a ver «La sombra de la traición» lo hará atraído por el reclamo estelar de Richard Gere, así que voy a empezar hablando del veterano actor. Soy de los que reconocen el gran esfuerzo que ha hecho para dejar atrás su etapa juvenil de galán y consolidarse interpretativamente, escogiendo papeles cada vez más arriesgados y próximos al cine independiente. Su problema, al igual que el de otros tantos maduros colegas de profesión, está en su trabajo dentro de la industria de Hollywood. Comercialmente hablando, ya no tiene el tirón de antaño, por lo que se ve obligado a aceptar productos decadentes, los cuales perjudican a su actual imagen. Se han hecho muchas bromas a cuenta de lo mal que luce en este anticuado thriller de espionaje, sobre todo cuando comparte plano con Martin Sheen, llegándose a hablar de un duelo capilar a muerte entre sendos canosos.
Maldades aparte, el asunto es que «La sombra de la traición» no representa una posibilidad de lucimiento para Richard Gere, como tampoco lo sería para ningún otro interprete conocido. El guión es malo y la realización todavía lo estropea más, considerando que el debutante tras la cámara Michael Brandt no es ningún maestro de la escritura, campo del que procede. Como director tiene todavía menos futuro, lo que se comprende sabiendo que aprendió el oficio de Robert Rodríguez.
La trama de espionaje sigue un torpe desarrollo en «The Double», título original que descubre abiertamente el protagonismo de un agente doble. Los giros argumentales con los que se intenta sorprender al espectador no sirven para nada, una vez conocida la premisa sobre la que sustenta la supuesta intriga. Y no puede haber sorpresa alguna porque la ópera prima de Michael Brandt acumula todos los tópicos del género de espías, conjugándolos con los de las buddy movies de los 80 y las películas de asesinos psicópatas que acosan a familias. Lo del enemigo interior ya está muy explotado, junto con el recurso del agente retirado que vuelve a la acción como pretexto para alargar artificialmente el contexto histórico de la Guerra Fría.