Las bases de Udalbiltza siguen vigentes
El nacimiento de Udalbiltza, en 1999, aportó una dosis extra de ilusión en un tiempo que por sí mismo era ilusionante para la sociedad vasca. Pero la ruptura que se produjo en su seno tras el final del proceso de Lizarra-Garazi y, sobre todo, la operación policial de 2003, con un gran número de detenciones y el cierre de sedes, frenaron en seco su actividad y la redujeron hasta convertirla en los últimos años en una referencia fundamentalmente simbólica. Sin embargo, tras la sentencia absolutoria comunicada en enero de 2011, y en un escenario muy distinto al que existía hace apenas unos años, electos de distintas fuerzas políticas han decidido reactivar la institución nacional de base municipal.
A su juicio, las características de este nuevo tiempo hacen que la activación de Udalbiltza tenga más sentido que nunca, en la medida que Euskal Herria sigue necesitando cimentar su carácter nacional y el encauzamiento del conflicto hacia parámetros resolutivos ha desatado energías que permanecían latentes. Asimismo, la constatación de que la comunidad internacional observa con interés lo que está ocurriendo en este pueblo debe servir de acicate para levantar una institución que lo represente tal como es. En ese camino, todos los representantes municipales de este país tienen cabida, y una implicación positiva por parte de quienes por encima de proyectos e ideologías concretas mantienen su vocación de servir a la ciudadanía, ayudará a afianzar su representatividad y a dotarle de capacidad para acometer nuevos proyectos y recuperar otros que han permanecido aparcados forzosamente.
Los cinco principios que dieron origen a Udalbiltza, definidos hace trece años en el Palacio Euskalduna, tienen la misma vigencia que entonces, y las expectativas abiertas hoy en este país no desmerecen a la ilusión que existía entonces. La primera institución nacional vasca hizo un gran trabajo en diferentes ámbitos, y fue esa labor la que encendió las alarmas de un Estado que respondió con represión, policía y cárcel. Sin embargo, electos de todos los colores han decidido que Udalbiltza tenga mucho más futuro que pasado.