Arranca la cumbre de la OTAN con un llamamiento a la unidad
La cumbre que la OTAN celebra estos días en Chicago arrancó ayer con un mensaje de unidad y un compromiso de que «no habrá una retirada precipitada» de las fuerzas extranjeras que invadieron Afganistán a pesar de que el Estado francés ha decidido acelerar su salida del país centroasiático. Miles de activistas por la paz y miembros del movimiento Occupy exigieron en las calles de Chicago el cese de las guerras e inversiones en educación.
GARA | CHICAGO
El secretario general de la OTAN, Anders Fogh Rasmussen, abrió ayer la cumbre de la organización con un llamamiento a mantener la unidad de la Alianza, en Afganistán y ante cualquier otro reto de seguridad que pueda surgir en el futuro.
«Unidos podremos seguir haciendo que la OTAN sea una respuesta creíble a los retos de seguridad del mañana, porque ningún país puede hacerlo por sí solo», afirmó Rasmussen en la apertura de la reunión de dos días de jefes de Estado y Gobierno de la Alianza.
Rasmussen recordó que, en sus 63 años de existencia, la OTAN ha protegido a sus miembros y ayudado a hacer el mundo más seguro, y que si bien «el futuro es impredecible, juntos podemos afrontarlo con confianza pase lo que pase». Por eso, la prioridad en Chicago, según dijo Rasmussen, será la de afirmar que «no habrá retirada precipitada».
La cumbre definirá la implicación aliada en Afganistán a partir de 2015, una vez que se haya retirado la mayor parte de las tropas extranjeras y las fuerzas afganas hayan asumido toda la responsabilidad en su país.
Rasmussen dijo que la Alianza renovará su compromiso con el país asiático, «para que Afganistán no vuelva a albergar terroristas que nos ataquen en casa».
En ese contexto de consenso reafirmado y en su presentación en la arena diplomática, el presidente francés, François Hollande, reiteró el sábado que París retirará a sus tropas este año. Y Rasmussen mostró compresión al señalar, antes de la cumbre, que esa retirada era «una promesa electoral» y que «un político siempre debe cumplir sus promesas».
En el acto de apertura, el presidente de EEUU, Barack Obama, destacó el «compromiso» de la OTAN con la paz y la seguridad, al apelar, en la misma línea de lo manifestado minutos antes por Rasmussen, a la unidad «en estos tiempos difíciles» en los que los socios de la Alianza pueden "hacer mucho juntos».
«Los tiempos han cambiado, pero las razones fundamentales para nuestra alianza no», afirmó Obama ante delegaciones y líderes de 62 países.
En estos «tiempos difíciles podemos hacer mucho juntos», agregó Obama, anfitrión de una cumbre cuyos debates tienen lugar a puerta cerrada, quien insistió en que «vamos a seguir determinados en completar nuestra misión en Afganistán».
Además de definir la implicación aliada en Afganistán a partir de 2015, también se va a debatir sobre cómo los aliados pueden compartir el desarrollo y mantenimiento de programas de defensa, para no perder sus capacidades militares y gastar menos en tiempos de recortes presupuestarios.
Asimismo, la cita de Chicago va a lanzar una serie de proyectos para que los países aliados compartan el desarrollo y mantenimiento de programas de defensa, a fin de mantener sus capacidades militares gastando menos, y reforzará la cooperación con otros países no miembros «porque las amenazas no están confinadas a las fronteras», Rasmussen.
Estaba previsto que ayer se anunciara también que el sistema de defensa antimisiles que EEUU está instalando en Europa con el pretexto de la amenaza iraní y que le ha enfrentado a Rusia tiene ya una capacidad operativa interina.
Contra las guerras
Coincidiendo con el arranque de la cumbre, miles de manifestantes, algunos vestidos de payasos y otros llevando carteles contra la guerra, se reunieron en un parque de Chicago, en un desafío a la Policía que intenta mantener la estabilidad en la ciudad y evitar cualquier incidente que pueda poner en entredicho el resultado de la Cumbre y, con ello, la imagen del presidente Barack Obama, que está en campaña en busca de la reelección.
Activistas por la paz y miembros del movimiento Occupy Chicago exigieron el el cese de las guerras «destructivas y costosas».
«Queremos paz, queremos más dinero para la educación», señaló Isabel Olivia, una colegiala de 18 años, agitando un cartel de «No a la OTAN».
Un grupo de «hackers» informáticos que dijo pertenecer a Anonymous, AntiS3curityOPS, atacó ayer la web del Departamento de Policía de Chicago y otras páginas relacionadas como parte de las protestas contra la cumbre de la OTAN que se celebra en esta ciudad estadounidense.
Ya son cinco los activistas anti-OTAN detenidos e imputados por cargos de «terrorismo» y posesión de explosivos en Chicago coincidiendo con la cumbre de la OTAN. Uno fue acusado por alertar de una «amenaza terrorista» falsa y el otro, por intento de posesión de explosivos o dispositivos incendiarios
La corrupción, endémica a todos los niveles en el Estado afgano, la alimenta la ligereza de los donantes extranjeros, poco cuidadosos a la hora de controlar el uso de las enormes cantidades de dinero que aportan, según expertos.
Afganistán ha recibido más de 40.000 millones de dólares de ayuda desde la invasión de la OTAN a finales de 2001. Transparencia Internacional clasificó en 2010 a Afganistán como el segundo país más corrupto del mundo.
Pese a los escasos avances, sobre todo en materia de salud y educación, los progresos que debiera permitir ese desembolso no están a la altura de lo gastado. Y lo que es peor, el alto nivel de corrupción que dificulta el desarrollo del país engorda las arcas de la insurgencia y del narcotráfico, según los expertos.
La prevaricación, común en el Gobierno afgano y entre sus socios, incluye el sistema de contratos de la llamada comunidad internacional. «El mínimo para conseguir un contrato es un 10% de comisión, que los afganos que participaron en su deliberación se reparten», afirma un exfuncionario. Luego, ese contrato se revende a un subcontratista y se vuelve a revender, siempre con un beneficio que produce enriquecimiento y con una merma en la calidad del trabajo y de los materiales. Pero esas obras deben realizarse a cualquier precio, porque las infraestructuras que impulsa la coalición ocupante pretenden ser la garantía de la estabilidad del Gobierno.
Los expertos denuncian la falta de voluntad política de los donantes para atajar ese modo de actuar y luchar contra la corrupción.
A veces, incluso, según indica una fuente occidental a AFP, es la propia coalición extranjera la que paga a los insurgentes para asegurarse de que sus convoyes no serán atacados.
Según el Banco Mundial, el 88% de la ayuda internacional es gastada directamente por los donantes en salarios y seguridad. GARA