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Exiliados: una cuestión pendiente y urgente

La normalidad y el juego limpio parecen ajenos a las elecciones en este país. Tras una década de ilegalización de candidaturas de izquierda abertzale y el fracaso en la instauración de un periodo de cuarentena, de un cordón sanitario que eyectaría del juego electoral a miles de votantes durante años, ahora vuelven a la carga con los que denominan como «exiliados vascos». Una iniciativa que mediante la modificación de la ley electoral supondría dar derecho de voto a miles de personas residentes en el Estado. Basagoiti agita ahora esta vieja bandera de las asociaciones de víctimas y la ultraderecha mediática como algo más que un señuelo electoral. Por encima de las dificultades legales, habla de un asunto crucial y reclama acometer cambios con prisas, sabedor que de lo contrario siempre ganarán los que no piensan como él. Se trata, por tanto, de un ejercicio de ingeniería social, de trampear el censo electoral para cambiar el sentido del voto. Cuenta para ello con la mayoría absoluta y una trayectoria de despropósitos sobradamente probada.

Identificar sin más la emigración, o las desviaciones demográficas de Euskal Herria respecto a la media estatal, con el exilio político -que es solo una parte, y con toda seguridad minoritaria- no sostiene el análisis sociológico riguroso. Pero más allá de la hipérbole y del lío de cifras interesadas, subyace una realidad que nadie puede obviar y que todos deberían abordar. A saber: la existencia de miles de vascos exiliados por motivación política. Bien por la acción de ETA o por la amenaza de ejercerla, bien por la actuación del Estado, su tortura y persecución, la situación de los exiliados es una cuestión pendiente a la que un nuevo punto de partida, una democracia incluyente, debe dar una solución positiva.

Que la extrema derecha hable de los exiliados y haga suya la reivindicación de «un vasco, un voto» resulta sarcástico. Que se crean con superioridad moral para dar lecciones, irritante. Su propósito es muy peligroso. Pero todo ello no debe ocultar la realidad de todos los exiliados políticos, una cuestión pendiente y urgente.

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