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Cumbre informal de la Unión Europea

Los eurobonos se atragantan en la dividida cumbre europea sobre crecimiento

La cumbre informal europea evidenció ayer la ruptura del eje francoalemán y las diferencias de criterio para abordar la crisis, personalizadas en la canciller alemana, Angela Merkel, y el presidente francés, François Hollande.

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GARA | BRUSELAS

La ruptura del eje «Merkozy» ha disparado las fricciones en el seno de la Unión Europea en torno a cómo salir de la crisis, simplificadas en torno a la defensa del estímulo del crecimiento económico o de la austeridad en el gasto. Los desacuerdos francoalemanes fueron el primer plato de la reunión informal de líderes de la UE en torno a una cena, que preparó la cumbre de los próximos 28 y 29 de junio.

«Hay que actuar inmediatamente» para impulsar el crecimiento, defendió el presidente francés, François Hollande, a su llegada, y no sólo con medidas a largo plazo, alegando que de lo contrario no se logrará reducir el déficit público.

Hollande aseguró que no busca el «enfrentamiento», pero insistió en que los eurobonos «forman parte de la discusión» pese al rechazo de Alemania.

«Hay medidas a largo plazo, como las reformas estructurales o los esfuerzos en materia de comercio y mercado interior, pero yo digo que hay que actuar de inmediato en favor del crecimiento porque de lo contrario no alcanzaremos los objetivos de reducción de déficit y se crearán dudas en los mercados», explicó el presidente galo. Pocos minutos después, llegaba la canciller alemana, Angela Merkel, enmendando la plana al presidente francés, afirmando que «los eurobonos no son una contribución al crecimiento», e insistiendo en que no se adoptaría ninguna decisión.

«Los tratados lo prohíben»

«Los tratados prohíben asumir la responsabilidad de la deuda de otros Estados miembros y en nuestra opinión esto también afecta a los eurobonos», añadió. Además, reclamó reformas estructurales y la profundización del mercado interior europeo, con propuestas como un programa para facilitar la movilidad en los mercados laborales, especialmente para los países con un desempleo elevado.

El debate se enconó en los últimos días en torno a los eurobonos, títulos de deuda común en la zona euro, Algunas propuestas, como que todos los bonos nacionales sean sustituidos o reemplazar solo parte de la deuda nacional por títulos con garantía de toda la zona euro, necesitarían la reforma del Tratado de Lisboa. Merkel no quiere ni oír hablar del asunto, afirmando que supondría respaldar entre todos a los países que no cumplan con la disciplina presupuestaria.

En la misma postura que Alemania se sitúan Holanda, Austria y Finlandia. El presidente de la UE, Herman Van Rompuy, entró en la reunión con el deseo de que todas las ideas para relanzar el crecimiento sean abordadas «sin tabúes». El primer ministro italiano, Mario Monti, defendió los eurobonos, aunque admitió que «para varios Estados miembros no son ideas digeribles a corto plazo», por lo que propuso «encontrar soluciones más a corto plazo». Hollande, que en primer lugar quiso tranquilizar a Alemania sobre la determinación de París de respetar sus compromisos en cuanto a disciplina presupuestaria, no parece temer enfadar a Berlín, ferozmente opuesto al eurobono. «Debemos decirnos los unos a los otros lo que pensamos», dijo el presidente francés, que cuenta con el apoyo de Luxemburgo, Italia y la Comisión Europea. Y comenzó por decir que «es inaceptable que dentro de la Unión Monetaria alguna deuda soberana se esté financiando por encima del 6%, mientras otros acceden al mercado con tipos prácticamente cero», señaló Hollande, en referencia a Alemania.

También apoyó la utilización del mecanismo de estabilidad financiera. «¿Por qué no podría el fondo de estabilidad dar liquidez a los bancos que lo necesitaran? Cuanto más fluido sea nuestro sistema financiero, mejor será su funcionamiento», aseguró el presidente francés.

En cuanto al presidente español, Mariano Rajoy, se alinea con la defensa del rigor presupuestario de Angela Merkel, pero ayer, tras el encuentro bilateral en París con Hollande, afirmó que existen mecanismos más rápidos que los eurobonos y demandó la intervención del BCE para apoyar a los «los países que están cumpliendo sus compromisos», en referencia al Estado español, una propuesta que le aleja de la disciplina de Berlín. «Europa tiene que dar una respuesta porque no se puede vivir así (con altas primas de riesgo) mucho tiempo», añadió. La frágil situación del sistema financiero español fue otro de los problemas a debate, aunque Rajoy aseguró que «España no tiene interés ni intención de recurrir a ningún fondo europeo ni a otro organismo». Una solución con la que contentar a todo el mundo podría pasar por crear un grupo de trabajo dirigido por Van Rompuy y el presidente de la Comisión, Manuel Durao Barroso, para que definan un calendario de medidas de disciplina y crecimiento.

En la cena también estuvo sobre la mesa el aumento del capital del Banco Europeo de Inversiones, punto en el que Berlín y París parecen más de acuerdo, pero también otros puntos de conflicto, como el uso de fondos estructurales europeos o la tasa sobre las transacciones financieras, que ayer fue respaldada por el Parlamento Europeo en una votación con una amplia mayoría de votos favorables (487 frente a 152 negativos). Aunque se trata de una resolución consultiva, supone mayor presión sobre los estados que se oponen a la tasa y fue adoptada como «un claro mensaje al Consejo Europeo».

Además de la ruptura de la alianza francoalemana, la crisis europea se enfrenta a la incógnita de si Irlanda aprobará el próximo 31 de mayo en referéndum el pacto de disciplina presupuestaria o al resultado de las elecciones griegas.

caída del euro

La incertidumbre respecto a la posibilidad de que Grecia abandone la zona euro, la situación de los bancos y cuentas públicas de varios países y la división de los líderes europeos sobre la salida de la crisis pesaron sobre la cotización del euro que bajó a 1,2562 dólares, su nivel más bajo desde julio de 2010.

desequilibrios

«Si Alemania, como hoy, coloca bonos por valor de 4.600 millones a dos años a un tipo de interés del 0 % y otros países pagan el 6 %, estos son desequilibrios que van en detrimento de la estabilidad en la zona euro», declaró el presidente del Parlamento Europeo, el socialdemócrata alemán Martin Schulz.

Reforma simbólica del Gobierno francés sobre la edad de jubilación

El Gobierno francés designado tras la elección de François Hollande presentó ayer su agenda social con una medida de contenido simbólico, el regreso de la edad de jubilación de los 62 a los 60 años para una pequeña parte de los trabajadores. Este cambio, que cuestiona la gran reforma del mandato de Nicolas Sarkozy, suscitó grandes críticas entre la derecha y la patronal. El primer ministro, Jean-Marc Ayrault, detalló su «método para la preparación de la conferencia social», un gran acuerdo prometido por Hollande que tendrá lugar en julio y cuyo primer punto se refiere a las jubilaciones, que debería adoptarse por decreto» en tres semanas» y afectaría a unas 100.000 personas, según Ayrault. Prevé instaurar el derecho a la jubilación a partir de los 60 años, con la pensión completa si han cotizado 41,5 años, para aquellos trabajadores que comiencen a trabajar a los 18 o 19 años. El cálculo tendrá en cuenta los períodos de enfermedad, invalidez o desempleo. Aunque de forma mínima, el nuevo Ejecutivo galo revierte la reforma de 2010 con la que Sarkozy retrasó la edad mínima de jubilación a los 62 años. El primer ministro anunció que el próximo martes recibirá a los sindicatos y a la patronal por separado para negociar esta reforma, y dijo haber calculado el coste y su financiación. GARA

La posible salida de Grecia planea sobre el Eurogrupo

La posible salida de Grecia del euro planeó sobre la cumbre europea. Los jefes de Estado y de Gobierno de los 27 apostaron por la continuidad pero siguieron presionando a los griegos ante las elecciones del 17 de junio, afirmando que la «mejor garantía» para seguir con la eurozona es contar con «un Gobierno que asuma como propio el programa de ajuste y tenga una mayoría parlamentaria suficiente para aplicar con determinación» los recortes impuestos por la UE y el FMI. Fue el ex primer ministro griego Lukas Papadimos en una entrevista con el Wall Street Journal, quien en tono apocalíptico aumentó la incertidumbre al indicar que «el riesgo de que Grecia abandone el euro es real y depende de si el pueblo griego apoya la aplicación del programa económico», calculando un coste general de un billón de euros. Más tarde, matizó sus declaraciones y dijo que no tiene conocimiento de «ninguna preparación específica» sobre la salida de Grecia del euro. Pero fuentes diplomáticas revelaron que altos funcionarios preparan ya planes nacionales específicos ante el posible escenario. El propio primer ministro británico, David Cameron, instó a los líderes europeos a prever planes de contingencia para una eventual salida de Grecia del euro. Sin embargo, el Ministerio griego de Finanzas desmintió «categóricamente» los rumores. GARA

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