El filme en episodios «Paris je t'aime» se ha convertido en la referencia para una fórmula que, cuando la practica Hollywood, se vuelve más superficial y edulcorada. Emmanuel Mouret la quiere hacer suya con «L'art d'aimer», desde su condición de cineasta total que actúa, escribe y dirige sus películas. Por dicha razón es considerado como el Woody Allen francés, y en su último largometraje la comparación resulta, si cabe, más apropiada, porque ilustra las relaciones amorosas en toda su complejidad a través de cinco ejemplos.

Son historias cortas entrecruzadas, llenas de personajes y situaciones abiertas. Mouret recurre al plano secuencia para darle a la narración un carácter coral, permitiendo que los intérpretes puedan dialogar de forma libre y sin someterse a la dictadura del plano-contraplano. También ha utilizado la voz en off para agilizar el ritmo, uniendo los cinco episodios con una mayor fluidez. A tal fin ha escogido la voz del actor Philippe Torreton, porque le parece muy descritiva y transparente.

La duración apenas alcanza la hora y media preceptiva, habida cuenta de que el cineasta buscaba que los cinco relatos completaran un largometraje muy vivo e intenso. Las distintas anécdotas provienen de las anotaciones de Mouret, las que habitualmente toma para dar con el germen de cada de una de sus películas. Y, de hecho, cualquiera de ellas podría haber sido desarrollada por separado. Sin embargo, combinadas entre sí cobran mayor fuerza y expresan mejor la naturaleza del deseo.

«L'art d'aimer» se refiere principalmente al impulso amoroso, al que surge de la pura atracción, sin tener que desembocar necesariamente en una relación duradera. Por eso muestran el principio de algo que puede acabar tal como empieza. Son tentativas fallidas, infidelidades, nuevas experiencias y otras situaciones en las que se desata la pasión. El consiguiente conflicto se crea en el punto en que el gesto liberador choca con el compromiso ante los demás. Las mujeres y hombres del reparto abarcan un amplio muestrario generacional que va desde la veteranía de Ariane Ascaride o François Cluzet a la juventud de Élodie Navarre o Julie Depardieu. Todos juntos y revueltos.