Intereses contrapuestos en un momento crucial
El atentado de hace diez días contra el exministro colombiano Fernando Londoño, que además de causarle heridas de consideración le costó la vida a su chófer y a un guardaespaldas, y el posterior intento de atentado con bomba contra el expresidente Álvaro Uribe en Buenos Aires, han servido como detonante de las tensiones existentes entre el propio Uribe y el actual mandatario Juan Manuel Santos. A pesar de haber compartido gabinete -Santos fue ministro de Defensa del anterior Ejecutivo- el actual presidente de Colombia ha sido objeto de duras críticas por parte de su predecesor y de los grupos ligados a él. Este choque, en el que se ven envueltos los sectores predominantes de la vida política e insitucional colombiana, se produje en un momento especialmente interesante e intenso en el país caribeño, en el que se están produciendo movimientos que podrían dar un giro al clima de enfrentamiento que ha imperado en las últimas décadas. Por el momento, la confrontación entre ambos sectores ha servido para que Santos se atrinchere en un discurso más cerril y cercano a las posiciones inmovilistas.
Colombia merece un futuro diferente al que le ofrecen Uribe y Santos, dos ramas enfrentadas que provienen del mismo tronco. La pugna entre intereses no puede hipotecar el nuevo tiempo que lucha por emerger en aquel país.