El reto de la pobreza y la desigualdad social esperan al presidente egipcio
El presidente egipcio que salga de las elecciones, cuya primera vuelta se ha celebrado entre el miércoles y ayer sin un claro favorito, tendrá que hacer frente al desafío de combatir las causas que provocaron la revuelta que acabó con Hosni Mubarak. Reformas políticas y luchar contra las grandes desigualdades sociales que dejó el antiguo régimen serán sus principales retos.
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En el país más poblado del mundo árabe, donde el 40 % de la población vive con dos dólares al día o menos, el desafío del nuevo presidente egipcio será «generar un crecimiento que cree empleo con una mayor igualdad entre los egipcios, subraya Ahmed Gamal, director general del Economic Research Forum.
Cuando sea elegido, probablemente el próximo mes de junio en segunda vuelta, el presidente no tendrá claras sus atribuciones, ante el estancamiento de las negociaciones para definirlas en la elaboración de una nueva constitución.
El régimen de Mubarak aprovechó en sus últimos años los buenos resultados macroeconómicos, pero el crecimiento del país benefició a una clase de «ultrarricos», dejando de lado a las masas de trabajadores, campesinos y parados.
La pobreza, el desempleo, las desigualdades, los bajos salarios, la escasez de alimentos y vivienda y la corrupción, que junto a la falta de libertades política motivaron la revuelta en enero de 2011, seguirán siendo los principales retos del nuevo presidente. Pero ahora las debe afrontar en una situación económica más difícil, de desaceleración económica e incremento del desempleo, sobre todo entre los jóvenes.
En opinión de Mahmud Abdel Fadil, profesor de Economía en la Universidad de El Cairo, el desafío del nuevo presidente «será atraer inversiones extranjeras y relanzar el turismo para reequilibrar la balanza de pagos y restablecer las reservas de divisas del Banco central que han caído a la mitad en un año». Para asegurar la recuperación «hay que restablecer la estabilidad política y asegurar un nivel de seguridad total. Hay que volver a a dar confianza», subraya Fadil. Para Ahmed Gamal, la única forma de estimular al economía es llevar a cabo reformas políticas y asegurar la seguridad, es la prioridad número uno, antes de las reformas económicas», añade.
El turismo, pilar de la economía egipcia que emplea al 20% de la población, ha visto caer sus ingresos un 30% en 2011, según cifras oficiales.
En la ciudad de Namul, en el Delta del Nilo, muchos de cuyos habitantes viven en la pobreza, Homos Ibrahim, de 71 años, vota con la esperanza de que «habrá grandes cambios, que el nuevo presidente tomará medidas concretas para que la gente tenga acceso al agua potable, la educación y un buen sistema de salud».
Igualmente, Cherdah Farag, que tiene un taller en plena calle donde algunos días gana «20 libras, otros diez y otros nada», espera «una nueva era. Mubarak se llevó todo el dinero del país. Espero que el nuevo presidente de trabajo a todo el mundo y la situación mejore para que pueda alimentar a mis cinco hijos».
El máximo responsable de la Comisión Electoral egipcia, Farouk Sultan, indicó que, a tenor de la asistencia vista en los centros de voto los comicios presidenciales se cerrarán con una participación de alrededor del 50 %, por debajo de lo previsto por otros organismos.
Los Hermanos Musulmanes, representados porel PJL, están convencidos de su victoria. «Mohamed Mursi se sitúa en primer lugar, a considerable distancia de los otros candidatos, de acuerdo a nuestros escrutinios a pie de urna», indicó el director de su campaña electoral, Osama Yasin.
«El presidente está ahí, el presidente está ahí». En Dakarnas, una ciudad del Delta del Nilo, Hamdeen Sabbahi es acogido por jóvenes entusiastas, convencidos de que puede ser la sorpresa de las presidenciales. Frente a los favoritos -dos islamistas y dos ex ministros de Mubarak-, a Sabbahi no se le daba hasta ahora ninguna oportunidad de pasar a la segunda vuelta. Pero los buenos resultados que ha obtenido entre los expatriados, que votaron antes que el resto del país, y algunos de los últimos sondeos han fortalecido sus opciones. Partidario de las políticas de izquierda y panárabes de Gamal Abdel Nasser, ha hecho campaña poniendo por delante sus orígenes populares. «Es un hijo de campesinos, comprende nuestros problemas», señala Ibrahim Zanoun, en el exterior de la mezquita de Dakarnas, donde el candidato ha parado para rezar. «Tenemos la sensación de que nos dará trabajo, derechos y una vida digna», añade. Tras el rezo, Sabbahi se dirige a la gente diciendo: «soy uno de vosotros y os devolveré vuestros derechos». «Creo verdaderamente que es uno de los nuestros», afirma Sally al-Ezabi, estudiante de derecho. «Me gusta todo en él, su personalidad y su programa. Habla de educación, economía, libertad para las mujeres, de artes, de libertad de pensamiento», afirma. Como otros de sus seguidores, pensaba votar por Mohamed ElBaradei, ex dirigente de la Agencia Internacional de la Energía Atómica que finalmente renunció a presentarse. Otros le apoyan desde el principio como un reformador que combate la corrupción y tuvo el coraje de participar en las manifestaciones contra Mubarak antes incluso de la revolución de 2011. GARA