La pérdida de las elecciones presidenciales y la retirada de Nicolas Sarkozy ha desatado una guerra interna dentro de la UMP a escasas tres semanas de los comicios legislativos, una importante cita para la izquierda, que aspira a confirmar su victoria en las presidenciales.

François Fillon, primer ministro durante los cinco años de mandato de Nicolas Sarkozy, abrió el miércoles la caja de pandora al afirmar que no ve «ningún líder natural» para dirigir a la UMP, que ha intentado mostrar una apariencia de unidad al menos hasta las legislativas.

Sus palabras fueron ampliamente criticadas por algunos dirigentes del partido. Su secretario general, François Copé, fue el primero en reaccionar invitando a «todos los amigos de la UMP a la prudencia y a movilizarse solo por las legislativas».

La exministra de Justicia Rachida Dati calificó la actitud de Fillon de «desleal» con Copé e «ingrata con Sarkozy, al que ha enterrado demasiado rápido».

El exministro de Asuntos Exteriores Alain Juppé dijo que espera que «se trate simplemente de palabras desafortunadas de Fillon» y, al igual que sus compañeros de partido, incidió en que la prioridad es «la unidad».

En otoño deberán elegir al próximo presidente de la UMP, un cargo «congelado» desde la elección de Sarkzoy en 2007. Quien sea elegido obtendrá una enorme ventaja en la carrera para convertirse en cadidato a las presidenciales de 2017. Tanto Copé como Fillon y Juppé han dejado entrever su interés por ocupar este puesto.

Pese al descontento generado, Fillon reiteró que «es una evidencia que Sarkozy falta en la UMP, fue él quien construyó en gran medida el éxito de esta formación política y hay un vacío desde su partida».

Tras su derrota el 6 de mayo, el expresidente francés se fue de vacaciones a Marruecos junto con su familia, invitado por el rey Mohamed VI. En la lujosa residencia puesta a su disposición en Marrakech, descansa y «no se mantiene informado de cuestiones políticas ni politiqueras», indicó el ex ministro de Interior Brice Hortefeux.