NARRATIVA
La voluntad de poder
Iñaki URDANIBIA
Podría hablarse ante el panorama que se nos presenta en este voluminoso libro de una indomable voluntad de poder, por partida doble: por un parte, la que guiaba a las huestes pardas en su política de conquista y aniquilación y, por otra, la del sujeto que vertebra, en lo fundamental, la marcha de la historia, Chaim Rumkowski que de su pequeño negocio llega a administrar la mano de obra del gueto de Lodz, doscientas cincuenta mil almas, para ponerla al servicio de la empresa nacional-socialista.
Quizá se puede afirmar sin dudar que este es el personaje que da más juego literario en este libro cuya materia prima es la denuncia y el testimonio del horror padecido en aquel siniestro recinto en el que las verjas de alambre espino marcaban los límites y en el que las casas estaban tapiadas con tablones que limitaban la vida y la luz. La personalidad de la que hablo llega a alcanzar la presidencia del consejo judío del lugar y en él se plasma lo que ya Hannah Arendt, con ocasión del juicio a Eichmann, había denunciado con el consiguiente escándalo para la ortodoxia judía: la colaboración necesaria que tales consejos habían jugado en la consumación del crimen al por mayor. Hombre en el que la ambigüedad no juega un nimio papel sino que es esencial en la conformación de su actuación en la que la motivación esencial la juega su propio interés por enriquecerse, y su inseparable empeño por justificar el nefasto lugar que ocupa en la maquinaria exterminadora. Las «vaselinas» justificadoras van a ir por el lado de que hace la vida más llevadera a muchos de los habitantes de aquel encierro (¿será aquello de que el trabajo os hará libres?), evitando así, por otra parte, el envío de muchos de ellos a los campos de exterminación; esto último cierto en parte, ya que su quehacer retardó las medidas más expeditivas, y generalizadas, que luego llegarían.
Esta obra, que se lee con inesquivable dolor, nos muestra la vida de aquel espacio cerrado en el que deambulan las mujeres, los niños, y todos aquellos cuya debilidad no les ha condenado a ser pasto directo de las cámaras de gas. Humillaciones, frío, hambre, controles dentro del control general y... trabajo en régimen de esclavitud. Unas insufribles condiciones de existencia que corroen los sentimientos de humanidad y de solidaridad de los habitantes de aquel almacén humano.
Si se exceptúan algunos destellos, lo literario parece ausentarse en la prosa del escritor sueco Steve Sem-Sandberg y con ello la emotividad y los sentimientos de los personajes. Esto último queda reservado para el espanto que invadirá sin dudar al paciente lector de las casi setecientas páginas que son deudoras de una amplísima documentación, en especial de los «cuadernos del gueto de Varsovia»; el peso que adquiere esto último ahoga la novela, con sus debidos modos de narrar y/o de retratar a los personajes en su interioridad, en beneficio de convertirse en una impactante crónica del horror.