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Die linke busca nuevos presidentes y una salida a su crisis

Si este domingo se celebrasen elecciones generales en Alemania, el partido socialista Die Linke (La Izquierda) no lo tendría fácil para regresar al Parlamento alemán porque sólo obtendría el 6 % de los votos. Con esta perspectiva la formación se prepara para su congreso la semana que viene en medio de otra fuerte discusión interna sobre su futura directiva nacional.

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Ingo NIEBEL

uién va a dirigir al Linke y hacia dónde? Son las dos preguntas claves que los analistas políticos de los medios de comunicación y sobre todo el polifacético universo de la izquierda alemana se hace respecto al futuro del único partido de esta índole en el Parlamento alemán.

En las recientes elecciones regionales la formación no llegó a entrar en los hemiciclos de Kiel y Düsseldorf, por lo tanto su extensión y consolidación en el oeste alemán han recibido al menos un frenazo en seco. Ante todo llama la atención que el partido sólo obtuvo un 2,6 % de los votos en Renania del Norte Westfalia, el estado federal más poblado de Alemania, quedándose cinco puntos por detrás del Partido Pirata.

Allá en la Cuenca del Ruhr, el histórico corazón industrial del país y de Europa, ciudades como Bochum temen el cierre de una planta de la casa automovilística Opel, lo cual supondrá la apertura de otro círculo vicioso entre la pérdida de puestos de trabajo directos e indirectos, reducción de la hacienda municipal y un largo etcétera. En comparación con otros estados miembros de la UE, estos problemas parecen minúsculos pero sí subrayan la necesidad de que en Alemania haya un partido socialista. Sin embargo, la tónica general, difundida por los tradicionales medios de comunicación y de la política es otra: Alemania es una «isla de felicidad» en medio de una Unión Europea en crisis y por ende no hace falta fuerza socialista alguna.

Que la derecha y sus diarios nutren esta falsa imagen no es nada nuevo, como tampoco lo es que el Partido Socialdemócrata de Alemania (SPD) ya está cantando victoria sobre su peor rival de los últimos años, Die Linke. Sus estrategas dan por terminado el avance de este partido, formado hace un lustro por «desertores» socialdemócratas como su expresidente Oskar Lafontaine y el germanoriental Partido del Socialismo Democrático (PDS). El auge de Die Linke empezó cuando el SPD aplicó primero los recortes sociales que ahora son la causa por la que la hora de trabajo en Alemania es más barata y por lo tanto más competitiva que en los estados en crisis. Además le ayudó que entre 2005 y 2009 los socialdemócratas fuesen atrapados en una «Gran Coalición» con la Unión Demócrata Cristiana (CDU) de la canciller Angela Merkel. De ahí se explican los 11 puntos que Die Linke obtuvo en las elecciones generales hace tres años.

No obstante, desde entonces el partido no ha logrado captar el interés mediático y electoral por su política, sino sólo por sus constantes debates internos. Esta carga sigue hasta la actualidad. Suelen ser pocas las situaciones en las que no se sabe quién dirigirá a un partido.

Diferencias ante el congreso

Esta coyuntura se da a una semana del congreso que el 2 y 3 de junio se reunirá en Göttingen. Hasta el momento parece que el vicepresidente del grupo parlamentario, Dietmar Bartsch, mantendrá su candidatura para ser uno de los dos copresidentes. Pertenece al denominado «ala reformista» que quiere abrir al partido a coaliciones con el SPD y los Verdes a todos los niveles políticos. Bartsch cuenta con fuerte respaldo en el este alemán, bastión tradicional del antiguo PDS, que radica en el Partido Socialista Unificado de Alemania (SED) que durante casi 40 años gobernó la República Democrática Alemana. En aquella zona el PDS y luego Die Linke formaron varios bipartitos regionales con el SPD.

En una posición diametralmente opuesta se halla Lafontaine que aboga por una política de oposición, buscando más las diferencias con su antiguo partido para consolidar su formación. A ello se añade una ya manifiesta enemistad entre ambos políticos que hace dos años llevó a Die Linke al borde de la ruptura ante la falta de liderazgo mostrada por la actual ejecutiva nacional, compuesta por Klaus Ernst y Gesine Lötzsch.

La semana pasada Lafontaine anunció que no iba a competir con Bartsch por el puesto de copresidente para de esta forma «posibilitar un nuevo comienzo». Un nombre que se baraja para ser copresidenta es el de Sahra Wagenknecht pero la conocida política mantiene un férreo silencio al respecto. Los seguidores de Bartsch pusieron el grito en el cielo cuando alguien dijo que ella y Lafontaine podrían liderar Die Linke. El argumento en contra de esta opción ha sido el hecho de que la jóven y el veterano mantengan una relación sentimental.

En su día Wagenknecht se hizo conocida por ser la representante de la denominada Plataforma Comunista dentro del PDS/Linke. Desde que dejó este cargo se ha ido alejando de estas posiciones buscando un lugar ideológico más cercano a la socialdemocracia defendida por Lafontaine. Unas semanas atrás Wagenknecht recurrió incluso a Charles de Gaulle y Konrad Adenauer, pero no a su natal RDA, cuando escribió «sobre la muerte de valores europeos» en el influyente diario conservador «Frankfurter Allgemeine Zeitung».

La suma de estos y otros factores más ha generado que Die Linke carece actualmente de credibilidad, fundamento imprescindible para cualquier éxito en las urnas.

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