«Los que mandan no quieren que los obreros se organicen»
Filólogo e historiador de 46 años, lleva ejerciendo en la política desde 1991. Delegado de CCCO, ha ocupado el cargo de concejal en el Ayuntamiento de Villaverde del Río hasta que en 2011 su formación (IU) lograra la mayoría absoluta. Ahora dirige un consistorio «en favor de los trabajadores».
Iraia OIARZABAL | DONOSTIA
Bajo la premisa de que la actividad de un ayuntamiento debe tener como objetivo atender las necesidades de los ciudadanos manteniendo una relación directa con la calle, Santiago Jiménez dirige desde hace un año la alcaldía de Villaverde del Río. Esta semana ha visitado Euskal Herria en el marco de la Aste Iraultzailea organizada en Tolosa y ha explicado las claves de su política de organización obrera.
¿Cuál es la situación actual de Villaverde del Río?
Villaverde del Río se ubica en la comarca de la Vega del Guadalquivir, una comarca fértil que vive de la agricultura. No tiene prácticamente industria, y lo que ha mantenido la economía ha sido la agricultura y la construcción. Esta última tenía un papel muy importante y ahora la situación es catastrófica.
¿A cuánto asciende la tasa de paro?
No es excesivamente superior a la del entorno. Estamos entre el 22 y el 25% de la población. Es la juventud la que más afectada se está viendo. Una juventud formada académica y profesionalmente, pero que no tiene expectativas de ningún tipo. Es una gran tragedia, la generación más preparada de la historia es la que no tiene nada.
Su Ayuntamiento apuesta por una gestión participativa con los trabajadores como base...
Nosotros ya veníamos utilizando estos métodos antes de llegar a la alcaldía. Lo que hemos hecho ahora es aplicarlo desde una institución. De alguna manera, son los métodos que nos han llevado hasta donde estamos ahora. Trabajamos en contacto directo con los trabajadores y con los vecinos interviniendo en sus problemas y defendiendo sus reivindicaciones.
Trabajando codo con codo con ellos, hemos creado las condiciones para tener una autoridad y una confianza por parte de los trabajadores. No entendemos que haya que cambiar los métodos porque estemos en un ayuntamiento. La actividad municipal gira en torno a la calle, no en torno al despacho o al salón de plenos.
¿Como funciona día a día su Gobierno municipal?
Nosotros invitamos a los vecinos a que participen en las asambleas públicas donde pueden debatir y exponer sus problemas. Son asambleas de debate pero también de lucha, porque hay veces que se trata de organizar un servicio o de resolver un problema, y otras veces se trata de reivindicar un derecho.
Han llevado a cabo diferentes acciones como la ocupación de viviendas de protección oficial cuya construcción está parada. ¿Qué resultados han obtenido?
El pilar sagrado de esta sociedad en la que vivimos, del capitalismo, es la propiedad privada. En el momento en el que pasamos esa línea, la respuesta de los poderes económicos y políticos contra nosotros va creciendo. Para ellos la propiedad privada es inalienable. Nosotros creemos que tiene que tener alguna función social. No es una estructura con un valor económico que está condenada a ser demolida. Nosotros proponemos un proyecto para terminar esas viviendas y ofrecer trabajo y viviendas a los trabajadores.
¿Se están encontrando con muchos obstáculos por parte de otros poderes institucionales?
Es inevitable. Este tipo de políticas son alternativas y el orden social no las admite porque ponen en cuestión los pilares en los que se basa para mantener su control. Aquí hay una clase dominante que tiene la propiedad de los medios de producción. Hay gente que decide que tenemos que recortar nuestro salario, nuestros derechos educativos y sanitarios, que tenemos que sacrificarnos y sufrir. Los que mandan no quieren que los obreros se organicen con métodos democráticos.
¿Esta política va más allá de una respuesta puntual a la crisis?
Nosotros, de hecho, en tiempos del boom económico manteníamos todo esto. Aunque hablaran de pleno empleo, las contradicciones capitalistas no son superadas. ¿Ese pleno empleo en qué condiciones se produjo?. Ya lo hemos visto, con hipotecas impagables, con salarios que crecían mucho menos que los beneficios de la empresa, con unas condiciones laborales muy duras... La clase trabajadora, incluso en las mejores condiciones que le puede ofrecer el capital, no está exenta de contradicciones, opresión y malestar.
Creemos que es muy importante concienciar a los trabajadores también en épocas de desarrollo capitalista. Porque no son más que la antesala del desastre en el que nos encontramos.
¿Estamos ante un cambio de sistema?
Nosotros luchamos para ello, nuestro punto de apoyo son los problemas concretos de los ciudadanos, como puede ser el paro o la reducción del salario. Intervenimos en la lucha sobre cuestiones concretas. Pero también hay que elevar el nivel. No solamente hay que luchar en la fábrica; tenemos que organizarnos para luchar por cambiar la sociedad y el sistema que desestabiliza el orden mundial. Estos irresponsables no pueden seguir manteniendo el control de la sociedad. No podemos estar en manos de estos criminales.
¿Cuál es su propuesta?
Proponemos otro orden social. Los elementos de producción, la tierra, la energía y la riqueza que han generado los trabajadores tienen que estar en manos públicas. Eso quiere decir que tiene que contar con la participación de los trabajadores, no que unos reformistas ilustrados dirijan de una forma jerárquica una nueva sociedad.
Por ejemplo, la banca tiene que ser nacionalizada y la misma actividad de crédito se puede mantener bajo propiedad del Estado, bajo el control público y sobre todo, bajo el control de los trabajadores. Ya no habría una burguesía dominante que utiliza estos recursos maravillosos para su propio beneficio, para especular, para invertir en las hipotecas subprime o para endeudar a los trabajadores con hipotecas impagables. Todas estas prácticas mafiosas a las que estamos acostumbrados tienen que desaparecer.
«Los elementos de producción, la tierra, la energía y la riqueza que han generado los trabajadores tienen que estar en manos públicas»