«¿Vamos a dejar Egipto a un representante del viejo régimen, como si nada hubiera pasado, como si no hubiera habido revolución? ¿O vamos a satisfacer la sed de poder de los Hermanos Musulmanes y correr el riesgo de ver que la revolución sirve para satisfacer sus intereses?». Es el dilema al que se enfrentan los revolucionarios egipcios, sintetizado por uno de ellos, Omar Kamel, en su blog.

El pase a la segunda vuelta de las elecciones presidenciales del candidato de los Hermanos Musulmanes, Mohamed Mursi, y de último primer ministro de Mubarak, Ahmad Shafiq, -según los datos adelantados por la hermandad islamista- deja la contienda electoral en una elección entre mantener el viejo régimen o islamizar el país, una «pesadilla», según el escritor egipcio Khaled al-Khamissi.

En su opinión, la victoria de ambas formaciones es lógica dado que ambas cuentan con una poderosa maquinaria detrás. La de Shafiq, con la que gobernó Mubarak durante tres décadas; la de Mursi, con la potente estructura organizativa y económica de los Hermanos Musulmanes. Ambos candidatos se han apresurado a presentarse como defensores de la revolución ante la segunda vuelta. Los Hermanos Musulmanes alertaron el viernes de que «la revolución está en peligro» para apelar al resto de fuerzas a unirse.

El propio Shafiq intentó deshacerse de su imagen ligada a Mubarak afirmando que «lo que pasó pertenece al pasado, no hay lugar para una vuelta al antiguo régimen» Este ex general, se dirigió a los jóvenes afirmando que «la revolución que habéis provocado os ha sido confiscada. Me comprometí y me comprometo a devolveros sus frutos».

El naserista Sabahi recurre

Por otro lado, el candidato naserista Hamdeen Sabahi, que, según los datos de los Hermanos Musulmanes ha quedado a las puertas de la segunda vuelta, presentará un recurso a la comisión electoral por presuntas irregularidades en la votación que han afectado a los resultados y contra la candidatura del Shafiq.