Se acerca de nuevo Bruce Springsteen, uno de los grandes que le ha tomado cariño a Euskal Herria, un concepto que cabe imaginar que Bruce habrá interiorizado tras tanta visita al país y vida de compromiso. Un compromiso a lo estadounidense, donde los discursos claros, explícitos ni siquiera llegan al que la prensa se empeña en señalar como su disco más rebelde y contestatario, quizá por textos como «Los codiciosos ladrones que aparecieron, y devoraron la carne de todo lo que hallaron, cuyos crímenes han quedado ahora impunes, y recorren las calles como hombres libres, trajeron la muerte a nuestra ciudad...», del tema «Death to my hometown», que puede ser de lo más claro que ha cantado Bruce. Con todo, en Iberia hay decenas y decenas de canciones en las que a los banqueros y políticos, por ejemplo, les han tratado con bastante mayor desprecio. Incluso hay músicos y letristas que han pasado por el juzgado con elevada frecuencia. Obviamente, no mezclaban poesía y verbo con literatura, ni metáforas bonitas escondiendo la burda realidad.

En «Easy money» habla de lo sencillo que es conseguir dinero fácil si no se tienen escrúpulos, aunque no utiliza ni una mala palabra. El primer single «We take care of our own» permite una escucha familiar, de niños a muy mayores», como también «Shackled and drown», una excelente canción para la fiesta de la cerveza, con todo el respeto para Peter Seeger o Woody Guthrie si Springsteen estaba pensando en ellos cuando la escribió.

En directo

Nuestro ideal de duración de concierto es 45 minutos para grupos noveles, una hora para los experimentados y hora y media para las estrellas. Springsteen se prolonga hasta las tres, demasiado, y, además, la hora extra la cobra. Por ahora, está siendo norma que abra con «We take care of our own» y siga con «Wrecking ball»(un tema muy potente, encrespado por los vientos), «Badlands» y «Death to my hometown», de cuatro, tres del nuevo álbum. No faltan «The River», «The rising», «Born in the USA», «Because the night» y otros clásicos.

«Wrecking ball», al margen de quejas, quizá por una carrera longeva que cansa por sus similitudes, es un espléndido disco que aporta al directo no menos de cinco canciones fibrosas. A los seguidores les entusiasmará, a los detractores les dará más argumentos para hablar de sonido previsible, acomodaticio... Pero las canciones, por encima del estilo, juegan a favor de Bruce. El álbum comienza de forma ingenua, pero concluye con un «We are alive» incontestable, dejando por el medio más aliento que cadáveres.