¿Nuclear? No gracias
Iñaki URDANIBIA Crítico literario
Me permito recomendar algunos libros que bien pueden servir para describir la realidad de lo sucedido en Japón y desvelar las heridas abiertas y sangrantes ad calendas graecas entre su población. Señalaré dos libros de una precisión técnica apabullante que dan cuenta de la gravedad del desastre y de las amenazas que sombrean sobre el futuro, amén de que desenmascaran la política de desinformación de las empresas atómicas, coreadas por sus periodistas y políticos: «Fukushima, el declive nuclear», de Santi Vilanova (Icaria) y «La alternativa nuclear después de Fukushima», de José Allende (Erein). Con respecto al escenario en que se produjo la catástrofe y cómo lo vivieron sus habitantes hay un par de libros imprescindibles: uno, de un profesor de lengua y literatura francesa instalado en Tokio que vivió sur place la reacción provocada por el encadenamiento de seísmo: «Fukushima. Récit d'un desastre», de Michaël Ferrier; el otro, debido precisamente a William T. Vollmann, que entrega una obra en la que recoge las opiniones de las víctimas -traducido al francés por Tristram como «Fukushima. Dans la zone interdite»-.
Tras lo sucedido cualquier mente mínimamente razonable pensaría que lo más adecuado sería proceder a un parón en la locura nuclear y no empecinarse en continuar con la misma marcha. En tal tesitura, tras el desastre y las heridas que perduran y perdurarán ante «las puertas del infierno», cobra absoluta pertinencia la pregunta que se plantea Jean-Luc Nancy en un bello texto: ¿cómo pensar después de Fukushima? ( «L'Équivalence des catastrophes. Après Fukushima», Galilée), del mismo modo que se lo han planteado escritores nipones como Harouki Murakami y Kenzaburo Oé, entre otros. Deberíamos planteárnosla todos, para responder con energía: ¿Nuclear? No, gracias.