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Maite SOROA | msoroa@gara.net

Papillas y obsesiones

A Joseba Arregi le calamos hace tiempo. En su época de consejero de Ardanza era tal y como es hoy, aunque haya cambiado de chaqueta. Ahora, desde su tribuna de «El Correo» y «El Diario Vasco» intenta hacerse un hueco en el firmamento unionista. Ayer publicaba un artículo en el que afirmaba que «nuestra crisis propia, lo que más nos diferencia de otros, es la presencia durante tantos años de la violencia terrorista de ETA, la actuación de la población ante esa presencia, y lo que ahora tratamos de hacer con la herencia de todo ello: pasarlo por la trituradora, destrozarlo hasta la desfiguración, ahogarlo en una verborrea en la que, al final, todo está revuelto como en la mejor, o peor, papilla, en la que no se puede diferenciar ninguno de sus ingredientes». A servidora le entran ganas de preguntarle cuál es la papilla que toma él. Luego, decía que «la izquierda abertzale, en comunión de intereses con ETA, trata de definir el debate ocupando las palabras e imponiéndolas, con la ayuda inestimable de los profesionales de la comunicación, al conjunto de la sociedad». ¿Se puede saber cómo se ocupan las palabras? Da igual, él sigue: «Los partidos políticos tratan de restaurar el valor de esas palabras dándoles su significado propio, pero quedan presos en general de la intención de quien las ha definido primero, y van siempre por detrás». A rebufo, que suele decir mi cuñado.

A su juicio, «ETA y la izquierda nacionalista nos han obligado a hablar de los presos, y de lo que los presos deben o dejan de deber a no se sabe quién. Nos han impuesto la idea de que la memoria tiene que ser de todo, del franquismo -porque justifica su naciomiento y su ser-, de los GAL y de los abusos policiales -maldita la hora en la que a alguien se le ocurrió denominarlo violencia de motivación política, lo que descarga la conciencia, si la tienen, de los miembros de ETA y de Batasuna- y de la violencia de ETA, porque algo tienen que poner de su parte, pero sin que se note». Se le ve un pelín obsesionado, ¿no creen? Para concluir, explicaba que «nunca he deseado tanto como en los últimos meses estar en condiciones de disponer de una gran cantidad de dinero para ponerlo en manos de asociaciones y fundaciones de víctimas del terrorismo para que pudieran poner en marcha, por su cuenta, un centro de la memoria de la violencia y el terror de ETA y de la memoria de los asesinador por ETA». Podría hacer una cuestación, a ver cuánto saca...

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