Martxelo Díaz | Periodista
Y ahora le llaman crisis
Todavía no había salido de mi asombro tras escuchar las palabras de Alfredo Floristán diciendo que los estudios históricos de Nafarroa Bizirik y Nabarralde no tienen rigor suficiente y que su libro, el que hemos pagado todos con los fondos del Gobierno navarro en época de recortes, es el no va más porque está dedicado a un público culto y a quienes enseñan Historia de Navarra, cuando vi el anuncio.
El mismo Alfredo Floristán dio ayer una charla en el mismo Civivox del Condestable al que la víspera no acudió Yolanda Barcina a presentar el famoso libro. Pero lo llamativo no es la insistencia de Floristán en acudir a la calle Mayor desde su cátedra en Alcalá de Henares, sino el título de la charla. Nada más y nada menos que «Los agramonteses en la crisis de 1512-1524». ¡Crisis! ¡Crisis le llaman a la invasión de un reino independiente por parte de las tropas castellanas, la ocupación del mismo y su anexión por la fuerza!
La verdad es que a estas alturas ya estábamos acostumbrados a que emplearan la excusa de la crisis para aplicarnos recortes a diestro y siniestro. Pero utilizarla para justificar la conquista de 1512 parece excesivo.
El Gobierno navarro y sus historiadores oficiales de cámara tienen más miedo que Mariano Rajoy a llamar a las cosas por su nombre. Si desde La Moncloa hacen juegos de palabras para evitar llamar rescate al rescate, en Iruñea hacen cualquier cosa para no llamar conquista a la conquista de 1512.
Pero por más que se intente ocultar la realidad, los hechos se imponen. Lo que sucedió en 1512 fue una conquista militar, caracterizada por la brutalidad y el uso de la fuerza, como todas. En ningún caso «la culminación del milenario destino hispánico», que diría Felipe de Borbón.
Y lo del rescate de los bancos es robar a los pobres para que los ricos sigan siendo ricos para poder seguir robando a los pobres. Encima, Rajoy se nos pone chulito y dice que nadie le ha presionado -hasta que le desmienten-, coge un avión y se va a la católica Polonia a ver el fútbol. Por lo menos, no lo celebró fumándose un puro.