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Decenas de bombas y ataques contra chiíes siembran el terror en Irak

Con bombas, coches bomba o disparos, una ola de atentados provocó la muerte de al menos 72 personas en Irak, la mayoría peregrinos chiíes que se preparaban para conmemorar la memoria de uno de sus imanes. Se trata del ataque más grave desde el pasado enero y vuelve a agudizar el enfrentamiento sectario entre confesiones religiosas. Al menos se produjeron 42 atentados en Bagdad y otras localidades,

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Al menos 72 personas murieron y más de doscientas resultaron heridas en una sucesión de atentados contra objetivos chiíes y kurdos en Irak, en la mayor cadena de ataques de esta naturaleza que sufre el país desde enero.

Una veintena de coches bomba y varios artefactos estallaron en ocho de las dieciocho provincias iraquíes. Los atentados se registraron en Bagdad, Hila, Kerbala, Aziziya, Balad, Baquba, Faluya y Hit, en el centro del país; Nínive, Salahedín, Kirkuk y Mosul en el norte; Diyala en el este y Al Anbar en el oeste.

La mayor parte de los mismos afectó a peregrinos chiíes que se dirigían a pie desde distintos puntos del país al mausoleo del imán Musa al Kazem, situado en el barrio bagdadí de Al Kazamiya, para cumplir con la peregrinación anual a este lugar. Decenas de miles de chiíes llegan cada año dsde otras ciudades, en un peregrinación que culminará el fin de semana.

El primer ministro iraquí, Nuri al Maliki, vinculó los atentados a la crisis política al advertir sobre «las consecuencias negativas de las disputas políticas sobre la situación de seguridad», y el presidente del Parlamento, Osama al Nujaifi, opinó que se trata de «un intento de provocar conflictos confesionales».

El atentado más sangriento tuvo lugar la localidad de Hila, capital de la provincia de Bable situada a unos 100 kilómetros al sur de Bagdad, donde al menos veinte personas fallecieron y cuarenta más resultaron heridas por dos coches bomba.

En Bagdad murieron otras 21 personas. Un ataque se localizó en el barrio chií de Al Kazamiya, donde se encuentra el mausoleo del imán que recordaban los peregrinos, y donde al menos siete personas perecieron, y otro en la plaza de Oqba Ibn Nafea, en el centro, que causó seis muertos. Al menos nueve personas más perdieron la vida por la explosión de otro coche bomba cerca de un centro comercial de repuestos de vehículos en una carretera al sur de la capital.

En la ciudad de Kirkuk una persona murió y otras veinte resultaron heridas al explotar tres coches bomba, dos de ellos cerca de sedes del Partido Democrático del Kurdistán (PDK), al que pertenece el presidente de la región autónoma kurda, Masud Barzani.

En Mosul, capital de Nínive, al menos un miembro de las fuerzas de seguridad kurdo-iraquíes (peshmerga) y un niño de diez años perdieron la vidaen uno de los ataques perpetrados contra una sede de este cuerpo.

La violencia contra chiíes y fuerzas de seguridad ha repuntado en Irak desde finales del pasado año, coincidendo con el repliegue de la mayoría de las tropas estadounidenses. A ello se suma la complicada situación política, fruto de una grave crisis institucional.

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El enviado especial de la ONU para Irak, Martin Kobler, condenó los atentados, afirmó que «el grado de violencia es inquietante» y pidió al Gobierno que acabe con los problemas que están detrás de la violencia.

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Las autoridades habían incrementado esta semana las medidas de seguridad y levantado puestos de control con motivo de la llegada de miles de peregrinos a Al Kazamiya para participar en la festividad religiosa.

Un paisaje político estancado desde hace años

Intrigas, rumores e incertidumbres se multiplican en torno a la continuidad del primer ministro iraquí, Nuri al-Maliki, en una situación que se confunde con la que precedió a su difícil elección en 2010. Maliki ha superado con éxito la amenaza inmediata de una cuestión de confianza, pero la crisis política que paraliza el país continúa, en detrimento de la reconstrucción, mientras la mayor parte de la población vive en la pobreza. «Después de las últimas elecciones, hay altibajos, pero no se ha resuelto ningún problema», afirma el diputado kurdo Mahmud Otman. «Hace dos años que dura esto», añade. Critica además que los políticos «están ocupados en sus propias disputas. No hay interés en la electricidd, los servicios o el medio ambiente. Han descuidado todo».

Las elecciones celebradas en marzo de 2010 dieron lugar a meses de crisis: el Parlamento no logró reunirse hasta junio y el gobierno se formó en diciembre. Pero ese gobierno, compuesto por facciones muy diferentes, ha tenido problemas para unificar su acción. La crisis, en realidad, siguió sin resolver. Las divisiones quedaron en evidencia con la retirada de las fuerzas estadounidenses. La coalición está al borde de la ruptura, con varios de sus dirigentes acusando al primer ministro de ser un dictador «peor que Sadam Husein». Pese a ello, Maliki mantiene su postura. «Todo tiene un aire de `deja-vu', dice Crispin Hawes, director para Oriente Medio y norte de África del Eurasia Group. Los analistas, no obstante, ven a Maliki como el único capaz de unificar los diferentes grupos, mientras el bloque laico de Iraqiya y, en menor medida, los kurdos, están fragmentados, ambos parte del gobierno junto a la alianza chií que dirige Maliki. GARA

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