HOLANDA 1

ALEMANIA 2

A la desmoralizada Holanda solo le queda confiar en la aritmética. Aunque las dos derrotas que ha cosechado en lo que va de campeonato le dejan con un pie fuera de él, la realidad matemática es que si gana a Portugal en la última jornada -si puede, por el mayor número de goles posible- y Alemania, que no tiene todavía seguro el primer puesto, vence a Dinamarca, los tulipanes pasarían a cuartos.

Cosas más difíciles se han visto, pero el polvorín que tiene que ser ahora mismo el vestuario holandés y los palos que le van a llover a su técnico, Van Marwijk, no parece que sean el mejor caldo de cultivo para medirse a los lusos. Magia y calidad desde luego no les falta a los subcampeones mundiales como para darle la vuelta a la tortilla a una situación que seguramente no se esperaban.

Sabedora como era la Naranja Mecánica de que necesitaba dar un golpe de timón tras la inexplicable derrota frente a los daneses, se echó a sus espaldas la responsabilidad de llevar la iniciativa en el inicio del choque ante los germanos, cómodos ante esta tesitura, canalizando su velocidad a la contra con Özil.

Pese a las críticas recibidas, el técnico tulipán solo varió a uno de sus centrales -entró el malaguista Mathijsen- y mantuvo el doble pivote formado por De Jong y Van Bommel, sobre el que habían recaído todos los reproches por su falta de creatividad en la medular.

Pese a ese lastre, las primeras ocasiones cayeron del lado oranje, pero Van Persie no tenía todavía el punto de mira debidamente regulado, como sí demostró en la segunda parte. Bien diferente, a Mario Gómez le bastó la primera para demostrar que es un killer del área. El tan criticado tándem holandés no solo no generaba fútbol, sino que además se dejaba filtrar una asistencia de Schweinsteiger en sus mismas narices.

El 0-1 apagó las luces de los tulipanes y encendió las teutonas. Un remate de cabeza a quemarropa de Badstuber que sacó con su cuerpo Stekelenburg fue la antesala de la segunda diana germana, anotada, cómo no, por el efectivo Gómez, que apunta a pichichi del campeonato.

A Van Marwijk no le quedó otro remedio que mover banquillo y aceptar el error. Rompió su doble pivote original -metió a Van der Vaart por Van Bommel- y sumó artillería en ataque con Huntelaar. El bombardeo holandés comenzó, pero las murallas germanas se mantuvieron infranqueables.

Hasta el 72, en el que una maniobra personal del máximo goleador de la Premier puso algo de aliciente a la contienda. Los de Joachim Löw pasaron por sus peores momentos, pero los oranje no se aprovecharon de ello y la Mannschaft volvió a cogerle el ritmo al choque para poner de manifiesto su candidatura al título.