Iñaki Urrestarazu | Economista
«Plan de paz», potencias occidentales e intoxicación
Al igual que lo fue el Plan de Paz de la Liga Árabe, el actual Plan de Paz para Siria de Kofi Annan, apoyado tanto por el Consejo de Seguridad de la ONU como por la Liga Árabe y aceptado por el gobierno de Bashar el-Assad, no ha sido más que una maniobra tendente a legitimar la intervención imperialista de Washington, de las potencias de Europa occidental, de Turquía, Israel y las monarquías petroleras totalitarias del Golfo, al estilo del genocidio producido en Libia. La denominada «oposición armada», la «insurgencia», el Ejército «Sirio» Libre, que no son ni sirios ni partidarios de la libertad, no son más que escuadrones de la muerte, auténticas bandas de criminales de la peor especie, algo semejante a los paramilitares latinoamericanos, miembros del yihadismo terrorista internacional y, en menor medida, local, que son utilizados como fuerzas mercenarias por el imperialismo estadounidense y sus acólitos. No para impulsar la libertad, que les importa un carajo, sino para tumbar el gobierno de Assad, que les es muy molesto.
No defienden la libertad, ni la democracia, ni los derechos del pueblo sirio, ni quieren un diálogo ni una transición democrática, lo que quieren es que caiga este régimen para crear otro, que sea, por una parte, sunita radical islamista, es decir, teócrático, antilaicista y sectario, enemigo mortal de todo lo que no sea islamista. Y por otro, acorde con los intereses geoestratégicos, económicos y energéticos de sus mentores y promotores, el imperialismo y sus lacayos y perros de presa.
El imperialismo tiene efectivamente muchos intereses en la zona. Quiere eliminar el importante foco de oposición, o de no-sumisión a sus intereses, que significa el bloque Hezbollah-Libano, Siria e Irán, dar oxígeno a Israel y apropiarse de las gigantescas reservas de gas y petróleo de la zona, incluidas Siria y Líbano, que según se sabe recientemente, disponen de las mayores reservas mundiales de gas. El Plan de Paz de Kofi Annan tiene el precedente del Plan de Paz de la Liga Árabe. El informe realizado por los observadores de este plan a las órdenes del general sudanés Mohammed al-Dabi, no gustó, por sus consideraciones, observaciones y conclusiones, a las potencias más reaccionarias, las monarquías del Golfo, ni a las potencias occidentales, ya que desdecían y ponían en evidencia todas las mentiras fabricadas sobre Siria, y coincidían con las versiones oficiales del Gobierno sirio.
Como consecuencia, el proceso fue boicoteado y frustrado, y lo que iba a durar primero un mes y luego un segundo mes, solamente duró desde el 24-12-2011 hasta el 18-01-2012, y el informe no fue traducido del árabe al inglés, no fue colocado en la página web de la Liga Árabe, por supuesto no llegó a la ONU, y fue absolutamente ocultado por todos los medios. En su lugar se discutió el informe de la ONU, un fraude elaborado por funcionarios del imperialismo, con el objeto de condenar a Siria.
El informe realizado por los observadores, hizo hincapié en que las manifestaciones pacíficas contra el gobierno no eran reprimidas a tiros o cañonazos como se dijo; que el Gobierno sirio había retirado su equipo militar del interior y de fuera de las ciudades; que se habían liberado a miles de detenidos, facilitado el acceso a Siria de los medios de comunicación árabes e internacionales; que «grupos fuertemente armados de la oposición estaban involucrados en actos terroristas y que están armados desde el exterior»; que la violencia cometida por la policía y el ejército sirios son una respuesta a las agresiones que sufren de los grupos armados; que determinadas informaciones trasmitidas a la prensa internacional estaban exageradas o se basaban sobre hechos inexistentes; y que la gente estaba harta de la inseguridad y quería vivir en paz.
Se denunciaba, asimismo, la presión por parte de algunos países de la Liga Árabe a determinados observadores para que exageraran y manipularan los hechos, que la retirada de observadores de las monarquías del Golfo respondía a intereses de estos países y no al mal funcionamiento de la misión y que hubo una campaña de desprestigio de los observadores. Es de señalar, además, que las acciones terroristas de la «oposición» trataron de torpedear en todo momento la misión, y que se acrecentaron tras la retirada de los observadores del Golfo.
El Plan de Paz de Kofi Annan ha seguido la misma vía. En principio se eligió a Kofi Annan como delegado del Plan por su fama de gestor eficaz, pero como hombre al servicio de las potencias occidentales, como ha demostrado sobradamente apoyando los genocidios e intervenciones militares de Libia, Yugoslavia..., su actitud pasiva frente a las matanzas de Ruanda y Bosnia, y su apoyo a las filosofías del imperialismo y a las multinacionales. En su plan de seis puntos, cargaba toda la responsabilidad de lo que sucediera, de todas las violaciones del alto el fuego, sobre el Gobierno sirio, y nada en absoluto sobre el terrorismo de la oposición. No aceptó, de hecho, ni garantías escritas ni orales, de exigencia de responsabilidades sobre los grupos armados y sobre los países que los financian, arman, adiestran y nutren de mercenarios.
En La Conferencia de «Los Amigos de Siria» de Estambul, el 1 de abril, una semana después de que el Gobierno Assad firmara el Plan de Annan, Arabia Saudita y Qatar anunciaron que no se contentaban con armar a los «rebeldes» y que también iban a pagarles salarios. EEUU y Gran Bretaña se comprometieron a ayudar con medios de comunicación sofisticados -sin renunciar a las grandes cantidades de armas que envían desde hace mucho, ni a los adiestramientos-. Turquía que fue la anfitriona, además de crear zonas tampón en las fronteras para los mercenarios, para realizar las acciones y retirarse con seguridad -hecho confirmado por políticos de la oposición- ha amenazado constantemente con reclamar la acción de la OTAN sobre Siria por el artículo 5 de la OTAN, que considera que un ataque contra uno es un ataque contra todos.
En suma, el Plan de Paz ha estado diseñado para dejar a los mercenarios criminales cometer toda clase de matanzas y barbaridades, atribuírselas a Assad, reventar el Plan de Paz y justificar así una intervención genocida del estilo de la de Libia. El Plan de Paz está ya en punto muerto. Los observadores se han retirado a los hoteles hasta que no haya más violencia. La violencia sigue igual. Los rusos proponen una nueva cumbre para discutir entre las potencias y los vecinos una salida de paz respetando la soberanía. La ONU está estudiando qué hacer ¡qué peligro! EEUU suelta que no descarta una intervención aunque no tenga el apoyo de la ONU.
Vivimos una situación de enorme peligro. Y la responsabilidad criminal directa, de Lesa Humanidad, es en primer lugar de los genocidas Barack Obama, de Hillary Clinton, de Sarkozzy, de Alain Juppé, -ahora será de Hollande y Laurent Fabius que seguirán la misma política francesa proimperialista- y de sus respectivos gobiernos, del Gobierno británico, de las monarquías criminales y totalitarias del Golfo, de Israel y Turquía.
La matanza de Hula -otra más- y la de Al Kubeir, y las que vendrán, atribuidas a los tanques de Assad, cuando han sido fruto de otra razzia bárbara de cientos de criminales, demostrada por los múltiples testimonios de ciudadanos sirios, que tras inutilizar un puesto de control degollaron, mataron a quemarropa a mayores y niños, muchos en sus casas y sus camas, -que no estaban destrozados por obuses de tanques como se dijo-, violaron a las mujeres, quemaron y pusieron bombas en sus casas, casi todos ellos alauitas, cristianos o no afines al islamismo criminal ultra. Luego juntaron los cadáveres en una mezquita, llamaron a los medios, y los enterraron rápido para que no hubiera demasiadas comprobaciones.
Mientras no se desmantele y desarme el imperialismo y sus secuaces, esto es lo que hay. Y todo esto adobado con la maquinaria de intoxicación fabulosa de los grandes medios, así como con periodistas intoxicadores infiltrados en medios de izquierda, alimentados con las falsas informaciones generadas por organismos financiados por el NED (CIA) como el Observatorio Sirio de Derechos Humanos y Amnistía Internacional, entre otros.
El imperialismo aprendió mucho de las movilizaciones contra la invasión de Irak. Hoy, para evitar que se repita algo parecido, ha creado un inmenso manto de mentiras destinadas a demonizar al enemigo, Assad, y a quienes obstaculizan una intervención exterior, Rusia y China.