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crónica I Leila Nachawatti, experta en el mundo árabe

«En un contexto como el sirio el periodismo es una forma de militancia»

Leila Nachawati, activista hispano-siria, experta en comunicación y en el mundo árabe -especialmente en Siria-, documentada con vídeos, fotografías y textos del «movimiento ciudadano sirio, que hasta ahora no ha tenido demasiada cobertura en la prensa internacional», desbordada por la información de los ataques armados diarios, comenzó su conferencia «El fin del silencio en Siria», alertando del peligro de no escuchar la voz de «la ciudadanía que reivindica su posición de forma pacífica» y de solo reflejar la lucha militar.

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Garazi MUGERTZA I

Nachawati, profesora de Comunicación en la Universidad Carlos III de Madrid y colaboradora de «Eldiario.es», «Global Voices Online», «Global Voices Advocacy» o Al-Jazeera, se centró en la comunicación y en la violencia del régimen, «el responsable único de lo que pase en Siria». No habló del Ejército Sirio Libre, ni de la oposición armada. Solo nombró a una ciudadanía movilizada de manera pacífica, que con su «ingenio y creatividad» y su narrativa imparable «cuentan y construyen su historia en primera persona».

«Reino de la impunidad»

A lo largo de su exposición, resaltó las formas en las que la ciudadanía hace llegar al mundo lo vivido. Blogs, mensajes por twitter, vídeos e instantáneas de móviles protagonizan la información que pulula por internet. «Siria se ha convertido en el reino de la impunidad». «Durante años hemos vivido el régimen en silencio» lo que, aseguró, no supone que en Siria no haya sucedido nada durante ese tiempo.

«El silencio ha sido imprescindible para que siguiera vivo el régimen», pero «los sirios son conscientes del muro de silencio» y, desde las primeras protestas, han trabajado para demolerlo. Su mayor herramienta; las nuevas tecnologías. «Atraer visibilidad a través de internet, un buen ejemplo de cómo comunicar a través de las nuevas tecnologías», afirmó.

Durante la charlaenseñó al público videoclips de la oposición llamando a la movilización, relatos de homicidios realizados por blogeras sirias, cánticos y viñetas humorísticas contra Bashar al-Assad e imágenes para mostrar cómo la ciudadanía graba y fotografía todo lo que pasa con sus móviles.

Pero también mostró imágenes de los medios estatales de Siria mientras criticaba que al régimen «no le interesa dar una imagen creíble tanto como sembrar el caos informático», sobre todo, de cara a la comunidad internacional. La narrativa ciudadana, la nueva forma de expresión ciudadana «ha ganado la batalla al régimen», aseguró.

Además de la forma de comunicar que se transmite desde el interior, Nachawati quiso resaltar la importancia del apoyo de la ciudadanía internacional al afirmar que «ser neutral en situaciones de injusticia es apoyar al opresor». Aclaró que aunque ella se sitúe «a favor de los opositores» no significa que cree que estos no cometen «errores o vulneraciones de derechos humanos», pero, a su juicio, eso no quita valor a la movilización ciudadana ni justifica la actitud del régimen.

Acto seguido, y antes responder a las preguntas de un público con serias dudas respecto a su exposición, ofreció información sobre webs en las que encontrar información, más allá de la convencional, sobre el conflicto sirio y de cuentas abiertas para ayudar tanto económicamente como a través de mensajes de apoyo. El primero partió de ella misma, al pedir al público que levantase sus manos en apoyo al pueblo sirio y sacar una fotografía con su móvil.

Nachawati narró una historia de valores puros, de lucha con flores, literatura, cánticos, poemas, dibujos, humor y, sobre todo, internet. Mostró una clara posición contra el régimen, como parte de su activismo a favor de la oposición siria. No hizo ninguna referencia de los grupo armados de la oposición, pese a que incluso el jefe de la misión de la Organización de las Naciones Unidas criticó la falta de voluntad y responsabilidad de ambas partes por llegar a una solución.

«Mano negra»

El fogoso tono contra el régimen de Al-Assad y la ausencia de críticas hacia la oposición no gustó demasiado a aquellos cuyas posiciones que no se recogen en ese maniqueísmo del «blanco o negro», de «buenos o malos».

Preguntas y valoraciones sobre la «mano negra» de Estados Unidos, de la Unión Europea y de la OTAN crearon algún que otro momento de tensión, que fue solventado con buen humor y serenidad.

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