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O Bielsa coge Urbanismo o no hay Riau-riau

Ramón SOLA

La brigadilla de investigación de este prestigioso diario está en disposición de confirmarlo. Por una vez y sin que sirva de precedente los portavoces de UPN y PP y la caverna mediática navarrista tienen toda la razón. La han clavado. Sí, el Riau-riau fue reventado por un contubernio masón-rojo-separatista-peñero-radical-lanzatartas-borrachuzo, perfectamente planificado con meses de antelación en oscuros cenáculos, al parecer aprovechando la cortada que ofrecían las cenas de la escalera sanferminera.

Se trata de un descubrimiento de alcance, porque muchos pamplonicas han podido llegar a pensar que lo que pasó en la Plaza del Ayuntamiento en la tarde del 6 de julio es lo que ha pasado siempre en el Riau-riau. Y también hay que ganar esa batalla del relato a otros lectores españoles confundidos, que quizás hayan visto el vídeo colgado por ``El Mundo'' en el que se ve al alcalde de 1996, Javier Chourraut, pegándose de leches con un mozo en su intento de salir del Ayuntamiento.

Pues no. Desengáñense. El pueblo llano esperaba a sus amados mandatarios con los brazos abiertos; ellas, deseosas de bailar el Riau-riau con Maya bien prietico; ellos, dispuestos a jalear a sus audaces gobernantes con viriles gritos de «a por ellos» y «con un par»; en los balcones había flores preparadas para lanzarlas a su paso; en la rotativa de Cordovilla, un perfil a doble página de Enrique I el Recuperador; y Simón Santamaría sería definitivamente confirmado como jefe a perpetuidad de la Policía Municipal, y en un acto de autodesagravio se pasaría por el mismo forro de su gorra de gala las reprobaciones del Pleno. Era sin duda un gran día. Pero cuatro salvajes lo echaron todo por los suelos.

La prueba definitiva está en poder de este diario. Un comunicado sellado con una V de Vendeta reivindica el reventón del Riau-riau. Anuncia que la única posibilidad de que vuelva a salir a la calle es un cambio drástico en la composición del equipo de gobierno. Que el área de Urbanismo debe quedar obligatoriamente en manos de un tal Marcelo Bielsa, que se encargará de meter en cintura a las constructoras. El de Fiestas pasará a manos de Mikel Urmeneta, con la asesoría de Dani Saralegi. Y el servicio de limpieza lo gestionará Juan Carlos Alduntzin, que ayer ya comprobó in situ cuánta mierda cabe en las calles cuando por ellas no pasan el encierro ni la procesión.

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