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Deja de latir el corazón de un brigadista empedernido

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Arantxa MANTEROLA | BAIONA

Pocas personas habrán tenido unas vivencias tan extraordinarias como las de Théo Francos y, menos aún, unas convicciones tan sólidas. Fueron ellas las que, con 22 años, le llevaron a enrolarse en las Brigadas Internacionales en defensa de la República española. Llegó a desobedecer a La Pasionaria cuando el PCE se retiró en 1938, y prosiguió el combate contra el fascismo, lo que le valió ser herido, capturado y torturado.

Liberado en 1940 gracias a la intermediación de la Cruz Roja, se incorporó poco después a las Fuerzas Francesas Libres. En 1944, tras lanzarse en paracaídas, fue hecho prisionero en Holanda y fusilado, junto a sus compañeros, en una fosa de donde consiguió salir vivo milagrosamente.

Todas estas vicisitudes están recogidas en su libro «Ellos y nosotros».

Quienes tuvieron la suerte de conocerlo cuentan, impresionados, que era un hombre muy sencillo, de ideales muy fuertes y de un corazón excepcional. Tan excepcional que ni siquiera la bala alojada en su tórax a tres milímetros del corazón, que le acompañó durante 68 años, pudo con él ni con su compromiso por la libertad.

Su cuerpo será incinerado el martes a las 15.30 en el crematorio de Biarritz.

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