Una lucha compartida que trasciende la minería
La manifestación en defensa de las cuencas mineras a las puertas del ministerio de Industria, derivó ayer en fuertes enfrentamientos entre mineros y policías, con un balance de 76 heridos y siete detenidos. La marcha minera, en realidad, ha adquirido un significado que va bastante más allá de un mero conflicto laboral. Representa el hartazgo y la indignación de millones de ciudadanos del Estado ante una política de recortes y de saqueo de los bienes públicos que da la espalda a la ciudadanía. Puede decirse que ha cogido el relevo que hace un año tuvo el 15M como factor movilizador del hastío ciudadano. Quienes descienden diariamente a decenas, a centenares de metros bajo tierra, aspirando polvo de carbón y arriesgándose a sufrir silicosis, simbolizan una capacidad de resistencia, portan un mensaje de lucha que supera el autismo y la apuesta por la represión de un gobierno en plena ofensiva antisocial, dispuesto a llevarse por delante todo por salvar a los bancos de sus amigos.
En Madrid desfilaron mineros, jóvenes, familias enteras, profesores de la marea verde contra los recortes en educación... con una asistencia masiva. Una impresionante muestra de indignación social y de capacidad de movilización. Hacer de ello un problema de orden público y aplicar una «terapia» en forma de antidisturbios, solo hará que, comprensiblemente, la espiral de resistencia se amplifique y extienda progresivamente.