COLOR La otra cara
La vida no tiene descanso en la caravana del Tour
El espectáculo que precede a la llegada de los corredores es otra de las características de la ronda gala.
Simon VALMARY | AFP
No solo los ciclistas suelen esperar con ansia los días de descanso en el Tour, sino también los comediantes, animadores y conductores de la caravana publicitaria que, para asegurar su gran espectáculo al aire libre, deben ignorar la fatiga y los dolores durante 21 días. Largas jornadas, meteorología caprichosa, peligros a evitar... El gran circo itinerante también tiene sus complicaciones.
«Lo más duro son los primeros días. Después, el cuerpo se acostumbra», explica Eva, que realiza junto a su amiga Camille una de las animaciones más impresionantes de la caravana, rociando con agua al público en posturas acrobáticas, suspendidas en el vacío o cabeza abajo, desde uno de los vehículos de Vittel (marca de agua mineral).
Haga el tiempo que haga, las dos deben interpretar su espectáculo durante seis o siete horas, aunque sus jornadas comienzan mucho antes, cuando suena el despertador a las 7.00 de la mañana. Al igual que sus compañeros de otras marcas, antes de salir a la carretera deben limpiar los vehículos de su caravana, preparar las carrozas, y llenar los tanques de mil litros de agua que serán utilizados en la primera parte de la ruta.
«Pero, cuando hace frío, a los espectadores no les hace mucha gracia que les pulvericen agua. Nos han llamado de todo», nos cuenta Camille. Aunque el ambiente en general es festivo, a veces hay que arreglárselas con espectadores malintencionados y bromistas de mal gusto que les arrojan todo tipo de proyectiles: cubitos de hielo, botellas de plástico, bolsas de orina... «Nos han arrojado hasta un cubo de mierda de vaca», añade.
A medio camino, hay que volver a cargar el tanque de agua. «¡Es como una parada en boxes de Fórmula 1! Todo va muy rápido y, con todas las correas que tenemos, no podemos ni bajarnos para hacer pipí», afirma sonriente Eva.
Después de algunos días, los músculos se quejan un poco y aparecen los primeros moretones y cortes. Para evitar estos contratiempos, las dos comediantes realizan un calentamiento previo durante 40 minutos todas las mañanas.
Fabien Willem practica vocalizaciones para preparar su voz para las largas horas de animación que le esperan en la carroza de PMU. «Empiezo el Tour con una botella de limón y miel cerca, pero a medida que van pasando los días, y que esto va in crescendo, empiezo a tomar pastillas», explica. «El Salón de la Agricultura es el más agotador», sostiene este animador profesional, que participa también en conciertos, salones y otras reuniones. «Cada minuto aparece un mundo nuevo y es necesario volver a comenzar con la misma energía», dice.
«Todo el mundo es feliz»
Un poco más lejos, mientras sus colaboradores cargan una partida de 150.000 magdalenas de Saint-Michel para ser distribuidas durante el recorrido, Jules Haesaert, de 24 años, se prepara para tomar el control de la carroza en forma de pollo que encabeza el cortejo de la marca.
Empleado en una floristería de Cambrai (al norte), y piloto aguerrido de quad, maneja con destreza el armatoste de casi 4 metros de altura. «Le afecta mucho el viento. En los descensos, cuando alcanzamos los 80-90 kms. por hora, y en las curvas, muchas veces me encuentro que vamos sobre dos ruedas», comenta. «Es como la carrera, no hay un momento de respiro, tienes que estar atento todo el tiempo a la carretera, a la gente... Después de tres semanas, acabas KO», asegura.
Pero, como todos los participantes en la caravana, Jules no lo cambiaría por nada: «Es fantástico, todo el mundo está feliz. ¡Hasta las personas de 45 años, que llevan 10 años en la carretera! Y cuando regresas a casa, es raro que no te reciban con los brazos abiertos».