Conforme avanzan los sanfermines, el hipotálamo se va encorchando, y a uno le parecen figuras que son chistes malos cargados de tópicos. Si por ejemplo escribo: a Rajoy le han traído carbón, ¿qué se puede esconder tras esta frase idiota? Una impresión. Los telediarios nocturnos ofrecían imágenes de la llegada a Madrid de las columnas de mineros, el recibimiento de la ciudadanía, su entrada en la puerta del Sol, las consignas coreadas tan cargadas de sabor obrerista, la seriedad, el orden, y de repente se ha disparado por ahí, en esa parte del cerebro de reptil que todavía conservamos, una esperanza. Una ilusión. Sí, se puede. Exactamente, si todos pelean con la misma intensidad, por sus derechos, lo va a tener más crudo Rajoy, ese empleado de banca que da discursos en el Parlamento español para demostrar que se ha fundido en siete meses nefastos el poder representativo mayoritario, en una máquina sacaperras.

Sumiso, servil, entregado a la pérdida de soberanía como si hablase de una transacción de compra y venta de automóviles, absolutamente ridículo ante las condiciones impuestas en el memorando por la Comisión Europea para que se salven los banqueros, en un discursito abominable anunciando medidas para llevar más al abismo al conjunto de los ciudadanos del Estado español. Pero insumiso ante Estrasburgo, ante las sentencias del tribunal de Derechos Humanos sobre la llamada «doctrina Parot». Es decir, esa marca «España», que no sabemos si anuncia vaselinas, forrajes para burros, idiotas con tres másters o delincuentes habituales de cuello blanco, se están malbaratando en lo económico y perdiendo la credibilidad democrática de una manera vertiginosa. Este gobierno zombi lo tiene claro, sí se puede ser más facha. Y lo intentará.

Es el gobierno del reino de España más desorientado, más ineficaz, más impotente de la historia. No se salva ni medio ministro. Está acumulando tantos desaciertos que no estaría mal pensar en una dimisión conjunta, en el valle de los Caídos o ante Santiago y cierra España. Por defunción. De hecho, en lo fundamental, ya mandan los tecnócratas de Bruselas. Y así nos dejarían tranquilos un rato. Santa Bárbara bendita.