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La crisis se nota en la asistencia de aficionados a la primera etapa alpina

La crisis económica y las expectativas menores de sus ciclistas motivó que en el primer gran puerto del Tour, la Grand Colombier, apenas se vieran vascos, españoles, holandeses o italianos. Por contra, se veían más ingleses, australianos y... noruegos. Su bandera era la más vista.

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Joseba ITURRIA

Siempre ha habido una gran diferencia entre las naciones de procedencia de los aficionados que acuden a los grandes puertos de Alpes y Pirineos, pero nunca en un último puerto de categoría especial de una etapa del Tour se han visto tan pocos vascos, españoles, italianos y holandeses, que siempre se dejaban ver más en las cimas alpinas.

En toda la subida del Grand Colombier apenas se veía alguna ikurriña, o bandera española y eran pocas las italianas, a pesar de que los Alpes les quedan más cerca que los Pirineos. Para explicar este fenómeno se pueden buscar muchas razones. Es verdad que los Alpes quedan más lejos y este año son menos atractivos por las características de sus etapas que las de los Pirineos, que hay menos ciclistas vascos y que las caídas de Samuel, Astarloza, Txurruka y Verdugo tampoco han animado a acercarse a ver las etapas alpinas.

Ninguna ikurriña por televisión

Pero cada dos años los Alpes o los Pirineos, los primeros que se pasan, son menos atractivos, siempre los grandes puertos alpinos han quedado más lejos que los pirenaicos y ha habido muchas ediciones en las que ningún vasco figuraba entre los seis primeros, como está Zubeldia ahora, ni ningún Euskaltel tenía opciones a una buena general. Y no ha habido ninguno en el que no se ha visto una ikurriña en la televisión en el último gran puerto de una etapa del Tour.

Y no solo son los vascos. Apenas se vio una bandera española y estaba en una caravana de seguidores del Lotto. También es verdad que éstos funcionan más en función de tener un candidato a la victoria y la ausencia de Contador y el 28º puesto de Valverde no ha animado a acercarse a los Alpes, pero también Italia tiene a Nibali tercero y apenas se vieron sus tricolores en la subida.

Probablemente fue uno de los grandes puertos en los que menos aficionados ha habido y, a la hora de buscar razones, hay que apuntar a la crisis económica, que ha reducido los desplazamientos. Habrá muchos que en los últimos años han ido al Tour y que éste no se acerquen y los que vayan optarán por el desplazamiento más cercano de los Pirineos, que además presentan tres jornadas atractivas y fáciles de enlazar porque hay dos días de separación entre la llegada de Foix y las dos etapas que acaban en Peyresourde y Bagnères de Luchon. En ese puerto celebrará ESAIT sus actos reivindicativos.

Sí se pudieron ver en el Grand Colombier una decena de vascos que subieron el puerto en bicicleta, los había con camiseta de Euskaltel, aunque algunos parecían ser extranjeros, pero no se veía ninguna ikurriña mientras había banderas de todo tipo de países que uno se pudiera imaginar, aunque destacaban por ser poco habituales otros años las británicas y las australianas, atraídas por el duelo Wiggins-Evans.

Pero las banderas y las camisetas con la bandera de su país más numerosas eran... las noruegas. Y eso que solo tienen a Boasson Hagen en el Tour y que no esta cerca su país. Resulta sorprendente el auge que tiene este deporte en Noruega gracias a los éxitos de Hushovd y Boasson Hagen. La mayoría estaban apostados en la carretera, pero una chavala de quince años fue capaz de subir el puerto en roll-sky mientras sus compatriotas le hacía la ola. Fueron los que más disfrutaron y acertaron con la elección del Gran Colombier, un gran descubrimiento del Tour en la primera vez que se subía este puerto en la mejor prueba del mundo.

Resulta sorprendente porque es una subida preciosa y dura. Tenía una carretera como las de antes, sin ese asfalto nuevo que perjudica al espectáculo, y unas vistas preciosas. Tanto en el inicio, en la que se veía el lago y el río que atraviesa Culoz, la localidad en la que empieza la subida, como en la cima, desde donde se podía apreciar la grandeza del Mont Blanc y su entorno. Además es uno de los puertos alpinos con más vegetación y tiene una dureza equiparable a la de cimas míticas del Tour. De hecho, sus 17,4 kilómetros y los 7,1 % de pendiente media son idénticos a los del Aubisque. Y si se acabara arriba puede marcar distancias porque hay dos zonas al inicio de puerto y al final en los que el porcentaje supera el 10%. Solo dos tramos de falso llano provocan que la pendiente media no sea mayor. Fueron las dos zonas duras en las que Egoi Martínez no pudo seguir el ritmo de los escaladores.

Más de 4.000 metros de desnivel en 148 kilómetros

La segunda etapa alpina llevará a los ciclistas hoy desde Albertville a la cima de La Toussuire con solo 148 kilómetros de recorrido, en los que se subirán más de 4.000 metros de desnivel porque apenas hay 25 kilómetros de llano. En el resto de la etapa se sube y se baja y es propicia para el espectáculo como lo fue la del domingo con final en Porrentruy. La etapa reina de los Alpes presenta de salida la ascensión del col de la Madeleine (1.585 metros de desnivel y 2.000 de altitud), que se corona en el kilómetro 40 tras 25,3 de subida al 6,2% de media. Luego se sube la Croix de Fer (1.562 metros de desnivel y 2.067 de altitud), que se corona en el kilómetro 93, a 55 de la meta, tras 22,4 de subida al 6,9% de media. Su descenso se empalma con el col du Mollard, que se corona en el kilómetro 113 tras 5,7 de subida al 6,8 de media y cuando se acaba de bajar se empieza a subir La Toussuire, donde está la meta tras 18 kilómetros de subida al 6,1 % de media. Joseba ITURRIA

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