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Maite SOROA | msoroa@gara.net

La derecha arremete contra los mineros

Mientras Rajoy pasaba el rodillo a los derechos sociales y laborales de millones de personas, y sus diputadas y diputados le jaleaban e insultaban a los destinatarios de sus medidas, en Madrid miles de mineros y acompañantes ponían fin a una marcha que a más de una y de uno le puso la carne de gallina. Hubo mucha dignidad en la marcha minera, y eso no lo perdonan los voceros de la derecha. Por eso, estos días han seguido arremetiendo contra sus protagonistas. En «La Razón», un columnista llamado Pedro Narváez llegaba al extremo de ridiculizar su lucha: «Los mineros son una metáfora zombi del mundo que ya no existe. Tal vez por eso despiertan una nostálgica simpatía. Como en la serie «The walking dead» se apoderaron del centro de la ciudad con otros zombis que a su a vez infectaban a otros hasta armar un ejército de difuntos». Para ejército de difuntos esos que van vestidos de oscuro y, armados hasta los dientes, arramplan con todo lo que se les pone por delante. Pero con ellos no se mete Narváez. A su juicio, los mineros «han servido como experimento teatral de la batalla. Esos pobres hombres con los pies hinchados, heridos de tanto andar, esas empresas canallas que se han comido la subvención hasta que los Reyes Magos les han obsequiado con quitarles el carbón». Pues esos «pobres hombres» tienen más dignidad en cada uno de sus pies hinchados que él o el resto de tragaldabas que les insultan.

No le andaba a la zaga Manuel Fernández Ordoñez en «Libertaddigital», donde afirmaba que «ante la amenaza del recorte de subvenciones a un sector totalmente anacrónico e ineficiente, ciertos grupos sacan a pasear la dialéctica de la lucha de clases, como antaño, otorgándose a sí mismos el papel de `elegidos' del proletariado». Algunos mejor harían en no hablar de anacronismo e ineficiencia, no vayan a ponerles un espejo. A continuación, añadía: «La realidad es que el conjunto de la minería ha sido un grupo de privilegio entre la clase trabajadora». Pues siendo Fernández Ordoñez asturiano, como él mismo explica en la columna, lo que servidora no entiende es por qué no se apuntó a trabajar en un sector tan privilegiado. Mucho morro es lo que tienen algunos.

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