Floren Aoiz www.elomendia.com
El reino insumiso de España, ¡qué cosas!
La reacción española a la sentencia sobre Inés del Río sugiere la imagen de un barco sin timón, sin velas, sin nadie inteligente al mando pero empeñado en usar los cañones alardeando de una fuerza que hace mucho tiempo que perdió
La sentencia del Tribunal Europeo de Derechos Humanos desautorizando la denominada «doctrina Parot» ha provocado, una vez más, las iras de la clase político-mediática española. Lejos de aprovechar la ocasión para afrontar una autocrítica de las medidas de excepción convertidas en norma principal, han preferido sacar pecho. Al reino de España nadie le dice cómo debe tratar a sus súbditos rebeldes, ¡hasta ahí podíamos llegar!
Por supuesto, no han perdido un solo segundo en considerar las cuestiones relativas a la violación de derechos fundamentales. Seamos sinceros, si construyes una «democracia» sobre los mimbres de una dictadura es porque los derechos humanos te la refanfinflan, así que no vas a andar con tonterías cuando de la razón de estado se trata.
Sin cultura democrática no es posible esperar comportamientos democráticos. La referencia del ministro español de la porra a la fecha en la que la decisión se dio a conocer refleja que a los españolistas Montesquieu les suena a marca de champagne. En el fondo, a ellos lo que les gusta es el todo vale, justificado como cuestión de fe con la memoria de los caídos por Dios y por España o la de las «víctimas del terrorismo». Cuando se trata de dogmas, no hay necesidad perder el tiempo con derechos, garantías...
Esto ha ocurrido, mejor tenerlo en cuenta, precisamente cuando los poderes europeos han tomado el control casi absoluto de la economía española, convirtiendo al gobierno de Madrid en una sucursal empeñada en hacer pagar los costes de la terapia de choque a las mayorías sociales. Un ejecutivo títere patéticamente empeñado en hacernos creer que no se trata de un rescate o, incluso, entre la carcajada general en Europa, apuntándose el tanto de marcar a las autoridades comunitarias el camino a seguir.
Con un prototipo de gobernante del aire de Marianico el Corto, los chistes y los tópicos sobre el atraso español vuelven a la moda, por más que los éxitos deportivos sean utilizados por los medios españolistas para recuperar el viejo cuento del dominio de Europa. El agujero negro es a estas alturas de tales dimensiones que se traga eurocopas, mundiales, Juegos Olímpicos y todo lo que encuentre en su camino.
Por lo demás, es obvio que con la tapadera de la crisis la derecha está aplicando su viejo recetario de recortes y privatizaciones, fiel a su objetivo de asegurar que los recursos estén en manos de unos pocos. La respuesta social, por encima de las camarillas de UGT y CCOO, está aflorando incluso en puntos del estado donde había sido muy débil hasta ahora.
La reacción española a la sentencia sobre Inés del Río sugiere la imagen de un barco sin timón, sin velas, sin nadie inteligente al mando pero empeñado en usar los cañones alardeando de una fuerza que hace mucho tiempo que perdió. La represión es lo único que tienen en el repertorio. Es previsible que sigan echando mano de ella, aunque no sirva más que para acentuar su aislamiento internacional y hacer más ancho y profundo el foso que separa la sociedad vasca del Estado español, el ahora convertido en Reino de España insumiso a las leyes internacionales.